Las cruces colocadas en las paredes de los edificios públicos del Estado de Baviera pueden permanecer en su lugar: así lo decidió el 19 de diciembre el Tribunal Administrativo Federal de Alemania, contactado por una asociación laica a este respecto. Esta decisión refleja la interpretación alemana del principio de laicidad, según un artículo del Süddeutsche Zeitung descubierto por Courrier International: las autoridades públicas no están obligadas a “renunciar completamente a los símbolos religiosos, en virtud de un secularismo intransigente, sino más bien a prueba de apertura hacia la diversidad de creencias ideológicas y religiosas”.

Los crucifijos en cuestión no llegaron por casualidad a las paredes de los edificios oficiales de Baviera: desde 2018, es una obligación decretada por el gobierno bávaro. Esta decisión de Marküs Soder, ministro presidente de Baviera, destacado miembro de la conservadora Unión Social Cristiana (CSU), fue interpretada como un claro mensaje político dirigido al electorado católico, en un contexto de ascenso de la extrema derecha y, por tanto, de competencia en el ámbito de la identidad con la AfD. Sin embargo, desde 2018, el AfD ha avanzado 4 puntos más durante las elecciones regionales de octubre de 2023: un 14,6%, frente al 10,2% en 2018. Pero sin debilitar por el momento al CSU, que sigue muy a la cabeza con alrededor del 37%. y, por tanto, sigue gobernando Baviera desde 1957.

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Lo cierto es que, en 2018, la iniciativa de Markus Söder con sus crucifijos incomodó a la entonces coalición de Angela Merkel en el poder, de la que formaba parte el CSU. La propia Iglesia católica se había distanciado por temor a una explotación de la fe con fines políticos. Sin embargo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ya había dictaminado en una sentencia anterior de 2011 que la presencia de cruces en las escuelas bávaras no vulneraba los derechos fundamentales.

Esta vez es en el derecho interno donde se confirma esta apreciación: la justicia alemana considera que la cruz es un “emblema esencialmente pasivo, sin efecto de proselitismo o adoctrinamiento” y que exhibirla en una pared no es un gesto de exclusión hacia los creyentes de otras religiones. La Unión de Libre Pensamiento (Bund für Geistesfreiheit), la asociación alemana que llevó el caso a los tribunales, anunció que apelaría ante el Tribunal Constitucional de Karlsruhe.

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Esta decisión de primera instancia subraya el hiato entre la concepción alemana del laicismo y la que prevalece en Francia desde la ley de 1905. La Federación Nacional del Libre Pensamiento, resultante de un movimiento nacido en 1890 y que contaba en sus filas con los Los principales actores de la separación de la Iglesia y el Estado (Ferdinand Buisson, Aristide Briand) emprenden periódicamente acciones judiciales contra los municipios que albergan símbolos religiosos en los espacios públicos.

Última victoria de estos partidarios del laicismo intransigente: una sentencia que obliga al ayuntamiento de Sables-d’Olonne a trasladar una estatua de Saint Michel erigida delante de una iglesia, pero en una plaza municipal. La estatua finalmente será trasladada… unos metros, para cumplir con la ley.