Le Fígaro Nantes

A los banquetes de ostras les siguió, bastante rápidamente, un cólico monstruoso. Para gran consternación de los criadores de ostras, un vals de intoxicación alimentaria colectiva relacionada con los mariscos ha sacudido en las últimas semanas parte de las costas francesas, desde la bahía de Bourgneuf (Loira Atlántico) hasta la cuenca de Arcachón (Gironda), pasando por Calvados. . Catastróficos por esta crisis ocurrida en Nochebuena, los productores se eximieron unánimemente de toda responsabilidad al enfatizar la calidad de sus ostras y la severidad de los controles sanitarios. Según ellos, los culpables de estas situaciones se encuentran menos en el mar que en tierra firme. ¿Su adversario perfecto? Plantas de tratamiento de aguas residuales y sistemas de saneamiento.

“Las redes de saneamiento de aguas residuales están completamente saturadas, podridas y rara vez se renuevan a tiempo”, confiesa el ostricultor Renan Henry, afincado en Crac’h, en Morbihan. En cuanto hay un problema somos nosotros los que bebemos. Corresponde a los contaminados pagar los costos de las plantas de tratamiento de aguas residuales que fallan, es increíble; ¡Caminamos sobre la cabeza!”. Esta amarga observación la comparte Philippe Le Gal, presidente del Comité Nacional de Marisquería. “Estamos invirtiendo completamente las responsabilidades. Los criadores de ostras simplemente están en el lugar equivocado, en el momento equivocado, atrapando todo lo que se desborda”.

De hecho, los efectos secundarios bacteriológicos de estos excesos se conocen desde hace mucho tiempo. “Este tipo de accidentes ocurren con bastante frecuencia”, confirmó el mes pasado a Le Figaro el Instituto francés de investigación para la explotación del mar (Ifremer), destacando el impacto particular de los episodios de fuertes lluvias en la saturación de las redes. Un riesgo que, por tanto, podría presentarse a principios de enero, con las fuertes lluvias de esta semana.

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Sin embargo, las reacciones políticas siguen siendo tímidas sobre esta cuestión. En enero de 2020, una crisis anterior empujó a la senadora Muriel Jourda (LR) a llamar al gobierno sobre los ostricultores víctimas de estos desastres sanitarios. Élisabeth Borne, entonces ministra de Transición Ecológica e Inclusiva, se contentó con darle la espalda, recordando que correspondía a las autoridades locales “controlar el saneamiento de las aguas residuales, incluso durante los episodios de fuertes lluvias”, y que las agencias de agua estaban a su disposición para subvencionar parte de la obra. Una posición que repitió el pasado domingo el secretario de Estado del Mar, Hervé Berville.

La Agencia del Agua Loira-Bretaña confirma que apoya, a petición suya, a las comunidades que desean luchar contra sus “redes con fugas”, entendiendo sus tuberías deterioradas, precisando que los casos de desbordamiento están vinculados a los municipios en una red unitaria de saneamiento, donde las aguas residuales se mezcla con el agua de lluvia. Para 2023, la Agencia del Agua Loira-Bretaña afirma haber distribuido 38 millones de euros en ayudas para poner a punto 460 kilómetros de tuberías con fugas, en 320 de los 6.796 municipios de la cuenca.

Pero hay una emergencia. Un informe de información del Senado presentado en julio de 2023 situó la tasa de renovación de las redes de recogida de aguas residuales en el 0,70% a nivel nacional. Un paso lento, mientras las redes de agua están sujetas a un envejecimiento inexorable. “A este ritmo (…) se necesitarían más de 150 años para renovar todas las redes de agua de las ciudades medianas y sus comunidades”, señala el informe, destacando la caída de más del 22,5% de las inversiones en redes de saneamiento entre 2009 y 2016.

Esta observación es compartida por la Federación Profesional de Empresas de Agua que recomienda, en un estudio publicado en diciembre, duplicar el ritmo actual de renovación de tuberías, de las cuales casi el 25% de la red tiene más de 60 años y se encuentra en estado “potencialmente crítico”. situación. A escala más local, el subprefecto de Saint-Nazaire, Éric de Wispelaere, confirma que la adecuación de las redes de saneamiento y de las plantas de tratamiento sigue siendo una tarea “a largo plazo”.

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Sin embargo, en el caso de la aglomeración de Pornic, en septiembre de 2022 se firmó un contrato en colaboración con la Agencia del Agua Loira-Bretaña – “para la recuperación de la calidad de los cursos de agua y los medios acuáticos”; un acuerdo por valor de 3,93 millones de euros – dos tercios de los cuales eran subvenciones – que tenía como objetivo, en particular, “preservar la actividad de cría de mariscos” y “reducir el impacto de la contaminación microbiológica”. Nueva depuradora, rehabilitación de redes de saneamiento… la comunidad afirma haber invertido un total de más de siete millones de euros a favor de la calidad del agua entre mayo de 2022 y junio de 2023.

A pesar de estas recientes iniciativas, 56 ostricultores de la zona seguían sufriendo en diciembre un decreto prefectural que prohibía la venta de sus ostras debido a la contaminación en la bahía de Bourgneuf. Preguntada por Le Figaro, la comunidad prefirió no comentar sobre este tema. La subprefectura de Saint-Nazaire precisó, por su parte, que se encuentra todavía “en el comienzo” de la investigación sobre las causas del accidente y que no está en condiciones de favorecer una pista en particular. Sólo que el norovirus detectado en este caso, el virus de la gastroenteritis, efectivamente procedía de la tierra.

Ante la reiterada vaguedad de las sucesivas crisis, un sentimiento de resentimiento se apodera del corazón de los ostricultores, que se encuentran en primera línea de estos accidentes de salud. “La red de saneamiento ha mostrado sus límites”, resumió la semana pasada el presidente Olivier Laban, presidente del Comité Regional de Marisquería de Arcachon Aquitania. “Nos prometieron planes de acción locales que nunca vimos; algunos funcionarios electos claramente no se esfuerzan por mantener las tuberías; Quizás porque no son lo suficientemente visibles”, observa Philippe Le Gal, indignado por la repetición de desastres año tras año. “¡Puedes escribir que estoy enojado!”, añade. Atrevido, pero decepcionado.