Se espera que un directivo afronte tareas difíciles, que demuestre valentía, que sepa manejar la presión, que elija las prioridades adecuadas, que asuma riesgos y también que se dé tiempo para reflexionar, renovarse y perfeccionar sus habilidades.
Aún necesita tener un mecanismo para encontrar sus puntos ciegos; de lo contrario, existe un gran riesgo de no asignar su tiempo a lo que puede marcar una diferencia real para la organización.
Aunque una gran capacidad de introspección puede resultar útil, nada mejor que un diálogo con su equipo, sus compañeros y su jefe para identificar claramente sus zonas grises y dotarse de salvaguardas para remediarlas. Estoy totalmente de acuerdo en que el proceso es simple, pero no necesariamente fácil.
Primero debes convencerte de que tener conversaciones difíciles es el paso necesario para desarrollar una versión mejorada de ti mismo. Es necesario tener cierta confianza en uno mismo para buscar comentarios y actuar con coherencia, escuchar las opiniones de los demás y poner en riesgo su identidad. En última instancia, debemos crear un clima propicio para intercambios genuinos. Pero una vez que se cumplen estas condiciones, la cultura del silencio da paso a descubrimientos no siempre agradables, pero que son muy ricos para crecer como directivo y como ser humano.
Tomemos una primera pregunta para llegar al meollo de conocer la propia sombra: ¿Qué temas de discusión tiendo a evitar en las conversaciones incluso con personas de mi círculo inmediato?
Imaginemos algunas respuestas recibidas de nuestros colegas: estamos perdiendo rápidamente nuestra ventaja competitiva, nuestros clientes están cada vez menos satisfechos, nos sentimos obligados a decirle sólo lo que quiere oír; te agachas cada vez que alguien hace una pregunta capciosa; exiges un ritmo de trabajo insostenible, toleras empleados con bajo rendimiento, pierdes la brújula cuando la presión aumenta o la búsqueda obsesiva de la eficiencia te hace perder la buena voluntad.
Imaginemos ahora cuál sería el clima laboral una vez encontrada una solución adecuada a cada uno de los puntos planteados. El clima laboral simplemente se transformaría y se habría dado un paso importante en el largo camino hacia convertirse en un líder consumado.
Algunas de las preguntas para domar tu sombra sólo pueden responderse a través de la introspección, como por ejemplo las siguientes preguntas: ¿En qué situaciones siento que me pongo nervioso, hipersensible y a la defensiva? ¿Qué tipo de comentarios me hacen saltar? ¿Qué tipo de críticas me molestan o incluso me irritan? ¿Me sorprende la vivacidad de mi reacción?
Imaginemos algunas respuestas: me pongo nervioso cuando siento que mis habilidades no están a la altura, me irrita cuando no me siento en el centro de las discusiones durante una reunión clave, me enojo cuando me siento traicionado o cuando una de mis decisiones importantes está en duda.
Ahora pensemos en las causas subyacentes y en las salvaguardas que podrían neutralizar estas emociones dañinas. Es posible que estemos lidiando con un diálogo interno demasiado duro o con una postura que consiste en sentirnos demasiado a menudo en modo competitivo y no lo suficiente en modo colaborativo.
Entre las posibles salvaguardas, es posible dar a una persona de confianza el poder de solicitar una «pausa de reflexión», podría ser útil tomarse el tiempo para analizar la situación desde el punto de vista de los demás o utilizar su energía de una manera más manera positiva tratando de comprender las palancas de éxito de otra persona.
Estas horas decisivas, aquellas que te permiten subir al balcón a pensar lúcidamente en tu principal herramienta de trabajo, tú mismo, son muchas veces las más importantes que olvidas anotar en tu agenda.