La líder de la Iglesia protestante alemana, sospechosa de haber encubierto agresiones sexuales, anunció su dimisión el lunes 20 de noviembre durante una rueda de prensa.

Según el periódico alemán Siegener Zeitung, Annette Kurschus fue informada en los años 90 de acusaciones de agresión contra un antiguo colega, pero no tomó ninguna medida contra él.

El sospechoso en cuestión es ahora objeto de una investigación policial. La naturaleza precisa de los ataques no ha sido revelada por el momento. La señora Kurschus, de 60 años, negó tener conocimiento de los ataques, pero decidió dimitir “para evitar que (la imagen de su Iglesia) se manche”.

«La sospecha recae sobre un hombre con cuya familia tengo una larga amistad», afirmó en una rueda de prensa en Bielefeld (norte). Sostuvo que había tratado de proteger a la familia del sospechoso, pero se encontró bajo fuego «por falta de transparencia». «Es tanto más amargo cuanto que nunca – e insisto en este punto – he intentado evadir mis responsabilidades, ocultar hechos importantes, ocultar hechos o incluso encubrir a un acusado», declaró.

“Me hubiera gustado, hace 25 años, haber estado tan atenta, capacitada y sensible a los problemas de conducta que hoy me alertarían”, afirmó. Si bien la Iglesia católica alemana ha estado en crisis durante años debido a acusaciones de agresión sexual, su contraparte protestante hasta ahora se ha salvado en gran medida. Un estudio encargado por la Conferencia Episcopal Alemana en 2018 concluyó que 1.670 clérigos católicos del país cometieron algún tipo de agresión sexual a 3.677 menores entre 1946 y 2014.

Sin embargo, el número real de víctimas sería mucho mayor. El límite máximo de las indemnizaciones pagadas por la Iglesia católica en Alemania se elevó en 2020 hasta los 50.000 euros, frente a los 5.000 euros anteriores, pero las asociaciones consideran que esta suma sigue siendo insuficiente. Sólo el año pasado se aprobaron alrededor de 28 millones de euros en pagos.