Le Fígaro Nantes

En Nantes, los grandes remolinos visibles en el Loira este jueves, consecuencia de las incesantes lluvias de este otoño combinadas con el paso de la tormenta Frederico, no son los únicos que agitan la sexta ciudad de Francia. Situado sobre el río, el puente Anne-de-Bretagne también se ha convertido en un motivo de discordia desde principios de semana. La estructura, que conecta el centro de la ciudad con el extremo occidental de la isla de Nantes, por la que circulan diariamente 13.000 vehículos, quedará cerrada al tráfico de automóviles durante un año a partir de la primavera de 2024. La razón: allí deben realizarse importantes obras de modernización en relación con la instalación del futuro CHU en las cercanías.

Si entre ciertos comerciantes y residentes crece la ira es porque se sienten engañados en este asunto. Inicialmente, los trabajos debían realizarse en un “lugar ocupado” con tráfico mantenido. La alcaldesa de Nantes y presidenta de Nantes Métropole, Johanna Rolland, lo había asegurado en varias ocasiones. Hoy, el cambio es tenso. Molesta a la oposición de derecha y de centro que no duda en cargar el asunto al municipio. “Esto es inaceptable y deshonesto. Esta decisión fue ocultada para evitar frustraciones, luego, una vez contra la pared, los anuncios se hicieron a escondidas”, aborda Laurence Garnier, líder de la oposición, a Le Figaro. Lamenta una elección “impactante” que “arruinará la vida de los nanteses”, como escribió en su cuenta X (antes Twitter).

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Por parte de la mayoría, ha llegado el momento de ser transparentes sobre los motivos de este cambio inesperado. Esto se debe, en particular, a “motivos técnicos” relacionados con la “seguridad de las redes de agua” que hasta ahora no se conocían, asegura Gildas Salaün, delegado adjunto para las empresas. Otra explicación proporcionada: el deseo de “optimizar el sitio de construcción” para “limitar lo más posible” su impacto en el tiempo. El electo afirma que no se ocultó nada en este asunto y que los 200 comerciantes afectados fueron advertidos de la nueva situación.

A finales de octubre tuvo lugar una reunión sobre este tema. “Apreciaron el enfoque de apoyarles lo mejor posible”, apoya Gildas Salaün, precisando que la indemnización podría pagarse a través de una comisión de solución amistosa encargada de evaluar los posibles daños económicos sufridos. “Además, les apoyaremos en operaciones de comunicación y promoción de sus actividades”, añade.

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Más allá de la “forma”, la oposición de derecha y centro también quiere ser crítica con el “fondo” del tema. “En Nantes, con acuerdos como hace 20 años, hacemos las cosas al revés, favoreciendo una red radial. Es hora de cambiar de lógica”, afirma Laurence Garnier, que aboga por la creación de “flujos transversales” que eviten el paso por el centro de la ciudad para apoyar mejor el “cambio modal”. Para el senador LR, el municipio “persiste” en su lógica de desarrollo ligada al futuro CHU: “El ovillo de lana se está desarrollando. Se eligió un mal lugar –lo dice ahora incluso la mayoría de los ecologistas–, hay malas elecciones de desarrollo y malas elecciones de transporte público”.

Como era de esperar, el análisis de Gildas Salaün es muy diferente: “Vamos a crear un nuevo distrito, cambiar la ciudad durante décadas y ofrecer nuevas posibilidades de movilidad”. Según él, ninguna de las personas con las que habló sobre este tema “cuestiona la importancia del proyecto”. Para apoyar su manifestación, cita como ejemplo la creación de dos nuevas líneas de tranvía (n° 6 y n° 7). Un argumento de “comunicación”, responde Laurence Garnier. “Se trata de tramos de línea que tendrán una longitud de 1,5 km. Les damos números para que les vaya bien, pero está mal”.

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La representante electa de derecha también se muestra preocupada por la suerte de los automovilistas que tendrán que cruzar el Loira durante el período de trabajo. En Nantes, el tráfico, que en tiempos normales ya es complicado cerca de estas estructuras, corre el riesgo de saturarse y provocar largos atascos. En las redes sociales, varios conductores expresaron su descontento y aprensión. Algunos llegan incluso a denunciar la “implacable lucha contra los coches”. Por parte de algunos ciclistas y peatones – para quienes la estructura permanecerá abierta durante el período de construcción – la ironía es apropiada para aquellos que “ya no podrán contaminar libremente ocupando un espacio indecente en el corazón de la ciudad durante un tiempo”. unos meses para mejorar el confort colectivo”.

Para Gildas Salaün, el próximo proyecto también podría ser una “oportunidad que hay que aprovechar” para aquellos que quieran “reconsiderar sus hábitos de viaje actuales”. El dependiente indica que en los próximos días se realizará una presentación detallada del proyecto de renovación del puente Anne-de-Bretagne a los medios de comunicación y luego a los residentes.