Le Figaro Burdeos

¿Es este un sueño de infancia del presidente de la región, un socialista electo de 72 años que dirige Nueva Aquitania desde 1998? A pesar de una opinión extremadamente negativa de la Agencia de Medio Ambiente, que incluso anima a que el proyecto vea la luz en otros lugares, y de fuertes críticas de los ecologistas, el presidente de Nueva Aquitania, Alain Rousset, sigue apoyando un proyecto de fábrica de dirigibles en Gironda, en la ciudad de Laruscade. El 6 de noviembre, la región concedió una subvención de tres millones de euros a la empresa Flying Whales, que quiere instalar su fábrica en medio del bosque.

Este proyecto desproporcionado cuenta con el apoyo de Alain Rousset desde hace varios años. En 2019, al firmar un acuerdo con Flying Whales, el socialista electo ya había subrayado una “aventura industrial” y “una apuesta por un transporte limpio y de menor coste”, admitiendo incluso tener “cierta codicia” por este proyecto faraónico. Incluida la acción, porque el 33% del capital de la sociedad de accionistas de la empresa Flying Whales está en manos de la región. Si ve la luz, este proyecto que se instalará en Laruscade, estimado en 450 millones de euros, tiene como objetivo fabricar buques de carga voladores de 200 metros de largo y 50 metros de diámetro, capaces de transportar hasta 60 toneladas.

En 2020, Alain Rousset anunció que el proyecto se instalaría en este municipio de la Alta Gironda, considerándolo “un acto importante de nuestra voluntad de desarrollo industrial del territorio”. En esta ciudad boscosa pudieron así ver la luz dos edificios de 250 metros de largo y 60 metros de alto, necesarios para fabricar los dirigibles de la empresa. Flying Whales también tenía previsto comenzar la construcción de la fábrica en 2021, con un primer dirigible producido en 2023 y, en última instancia, diez máquinas fabricadas cada año en este sitio industrial. Como resultado, se podrían crear entre 200 y 300 puestos de trabajo en la región. Pero el proyecto parece estar lejos de concretarse, en particular por sus efectos nocivos para el medio ambiente.

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A petición de la prefectura de Gironda, la Autoridad Medioambiental (AE) de la Inspección General del Medio Ambiente y del Desarrollo Sostenible (IGEDD) vino a moderar el ardor del presidente de la región, en un dictamen emitido el 19 de octubre. La AE explica que “el proyecto tendrá un impacto muy fuerte en el patrimonio natural regional” y advierte sobre “el nivel de impacto del proyecto en las continuidades ecológicas”, en relación con los lugares Natura 2000 circundantes. Según la Autoridad Ambiental, este proyecto requerirá la destrucción de 58 hectáreas de hábitats naturales, incluido el 90% de ambientes boscosos.

El propio sitio de construcción amenaza a muchas especies protegidas. 32,5 hectáreas de humedales se verán especialmente afectadas por las obras, “mediante el relleno y la impermeabilización”, precisa la AE, que recuerda también que “el sellado supondrá una pérdida de hábitats secuestradores de carbono”. Por lo tanto, en su opinión, la AE recomienda numerosos análisis y desarrollos adicionales para conocer con mayor precisión el impacto de este proyecto y reducir la destrucción del medio ambiente, por ejemplo, disponiendo una valla que rodee el lugar para permitir el paso de la fauna. y “mitigar la ruptura de continuidad ecológica que generará”.

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Ante la multiplicidad de estos problemas, la Autoridad recomienda a Flying Whales una solución más drástica para proteger esta zona de humedales y bosques: elegir un lugar distinto al de Laruscade. Una sugerencia que el presidente de la región hace caso omiso, prefiriendo resaltar los posibles puestos de trabajo creados y las toneladas de mercancías que ya no se transportarían en camión si este proyecto acaba eclosionando. Pero dentro del consejo regional no todos los cargos electos comparten la misma opinión. “Cualquiera que sea el hipotético éxito de este proyecto industrial, el informe de la Autoridad Medioambiental confirma claramente que conduciría desde el principio a la destrucción irremediable de unas sesenta hectáreas de hábitats naturales y humedales próximos a dos lugares Natura 2000”, critica el elegido el ecologista Jean-Louis Pagès.

“Estas ballenas voladoras parecen viejas serpientes marinas, de las que nunca se ha presentado ningún prototipo creíble, salvo quizá el del dirigible Airlifter, que nació muerto y se estrelló durante su primer viaje de prueba en 2017”, lamenta el ecologista. Para él, “este proyecto irrazonable combina todos los ataques imaginables a la biodiversidad: ruido, contaminación lumínica y emisiones de gases de efecto invernadero, impermeabilización y hormigonado de una cuarta parte de la superficie total, alteración de las continuidades ecológicas, etc.” La opinión de la Autoridad Ambiental, sin embargo, sigue siendo consultiva. A pesar de los riesgos para la biodiversidad, este proyecto podría completarse.