Las negociaciones finales tuvieron lugar este fin de semana en torno a los cohetes europeos Ariane 6 y Vega C. No se ha llegado a ningún acuerdo mientras se inaugura este lunes en Sevilla la cumbre espacial europea, donde Francia está representada por Philippe Baptiste, presidente del CNES, y Bruno Le Maire, responsable. de espacio, que se celebrará en París para “reuniones que no pueden posponerse”, según la oficina del Ministro de Economía. Francia, principal financiadora del Ariane 6, quiere que este programa, como el del cohete italiano Vega C, “sea completado y consolidado”. Porque Europa no tiene un plan B para recuperar el acceso autónomo al espacio.
“Lo que todavía se debate es más el método y la trayectoria del apoyo público al funcionamiento del Ariane 6 a partir de 2026 que su importe”, explica Bercy. “Se trata de garantizar que se hagan los esfuerzos correctos dentro de la industria, a través de auditorías, control de costos y una cláusula de revisión”. El grupo Ariane pide cerca de 350 millones al año y Avio, el fabricante de Vega C, algunas decenas de millones. En 2021, ya se ha llegado a un acuerdo para conceder 140 millones anuales al Ariane 6, que cubrirá las 15 primeras misiones, excluido el vuelo inaugural, previsto para 2024.
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París también está negociando con Roma, que quiere recuperar el control de la comercialización de Vega C. Entre las modalidades mencionadas, se encuentra el co-marketing con Arianespace, cuyo “modo de funcionamiento y estructuras” debe reformarse hacia una mayor “simplicidad y eficiencia”, según a Bercy. En cuanto a la competencia entre europeos, Francia se muestra favorable en el segmento de los minilanzadores. Pero no tomemos posición sobre los lanzadores pesados, por lo tanto post-Ariane 6. “Necesitamos competencia para tener lanzadores más eficientes y menos costosos. Pero manteniendo un marco de cooperación coordinado por la ESA y la Comisión Europea, insiste Bercy. Finalmente, París reafirma el papel de Kourou, en Guyana, como puerto espacial europeo, modernizándose hasta convertirse en una “base espacial de clase mundial”, capaz de satisfacer las crecientes necesidades del mercado.