La República Islámica de Irán presidirá el foro social del Consejo de Derechos Humanos de la ONU los días 2 y 3 de noviembre en Ginebra. La noticia no carece de ironía, en un momento en que el régimen de los mulás es más señalado que nunca por su represión de las libertades, en particular las de las mujeres, frente a su propia población. La semana pasada, la muerte de Armita Garavand, una estudiante de secundaria herida en circunstancias turbias tras subir al metro sin velo, despertó en Teherán el espectro de la de Mahsa Amini, detenida por el mismo motivo y fallecida el 16 de septiembre de 2022. después de tres días en coma. Irán, que ha apoyado a Hamás durante años, también está implicado en el resurgimiento del conflicto palestino-israelí.

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Organizado por el Consejo de Derechos Humanos, un organismo de la ONU, el foro social es una reunión anual que reúne a Estados, ONG y actores económicos durante dos días. No tiene poder de decisión. Este año, los debates se centrarán en la gestión del agua para los derechos humanos y el desarrollo sostenible.

Sin embargo, la situación provocó la reacción de varias organizaciones de derechos humanos, especialmente en Francia. “A veces la realidad supera la ficción”, sentenció Licra, la Liga contra el Racismo y el Antisemitismo. “Esto no es una broma”, criticó también UN Watch en una petición lanzada en su sitio. La ONG, cuya misión es “garantizar que la ONU respete su propia Carta y que los Derechos Humanos sean accesibles para todos”, desafió a las Naciones Unidas. “¿Cómo se puede elevar un régimen que golpea, ciega, tortura y viola a mujeres que exigen sus derechos? ¿Dónde está la lógica? ¿Dónde está la moralidad?