Han pasado tres días desde que Maxime C., de 32 años, fue sacado de su prisión de Moulins-Yzeure, en Allier, para ser puesto bajo custodia policial en los locales de los servicios antiterroristas (SDAT y DGSI) de Levallois-Perret (Altos del Sena). Los investigadores sospechan que este detenido radicalizado tiene vínculos con el atacante de Arras, Mohammed Mogouchkov, también en manos de los investigadores.

Originario de Perpiñán, Maxime C. entró muy rápidamente en contacto con la justicia. Con apenas veintitantos años, fue condenado en 2012 por un caso de hurto agravado y delito relacionado con drogas, según nos cuenta una fuente cercana al caso, confirmando informaciones de Le Parisien y BFMTV. Su historial criminal incluye una sucesión de condenas por robo o disputas por drogas, incluida una que le llevó a dos años de prisión en 2015.

Con toda probabilidad, fue a partir de esta época cuando Maxime C. pasó al Islam radical. Como muchos otros prisioneros franceses durante este período, Maxime C. estuvo influenciado por la propaganda yihadista y estuvo en contacto regular con otros prisioneros radicalizados. Luego adoptó el sobrenombre de “Hamza Bilal”. Su comportamiento durante la detención, su proselitismo religioso y sus amenazas a los guardias obligaron a la administración a cambiar de establecimiento penitenciario en 11 ocasiones.

Recluido en régimen de aislamiento, continúa su actividad como enlace de comunicación para Daesh y, según información de nuestros colegas de Le Parisien, ha animado a los detenidos, así como a la gente del exterior, a emprender acciones violentas. En su celda se encontraron lo que parecen ser armas caseras. En 2022 fue condenado a 10 años de prisión por “asociación criminal terrorista”. Durante su juicio, no dudó en orar durante uno de sus interrogatorios.

Hace aproximadamente un mes había sido trasladado a la prisión de Moulins-Yzeure, donde se mostró, por el momento, más discreto. Maxime C. estaba haciendo deporte, limpiando su celda y no había provocado ningún incidente particular. Pero este recluso de larga barba seguía causando preocupación. “Sospechamos un gran peligro. No podemos correr ningún riesgo con este tipo de detenidos”, señala una fuente interna.

¿Fue su calma un engaño para involucrarse mejor en un ataque terrorista en el exterior? Según informa Le Parisien, los investigadores encontraron pruebas de comunicación mediante mensajes cifrados entre el agresor del atentado de Arras, Mohammed Mogouchkov, y el interesado. Esto es lo que le valió su internamiento policial, que puede extenderse hasta 96 o incluso 144 horas en asuntos de terrorismo. Actualmente, un total de 10 personas, incluido el atacante, se encuentran bajo custodia policial.