Este es uno de los daños colaterales de la campaña sin precedentes de vacunación de patos lanzada en Francia esta semana. Mientras que las granjas de más de 250 patos comenzaron el lunes la tan esperada protección obligatoria de sus animales con una vacuna aviar, en un intento de detener finalmente las repetidas oleadas de gripe aviar que los diezman desde hace ocho años (32 millones de animales sacrificados en el últimos dos años), los primeros países clientes -Estados Unidos, Canadá y Japón- comenzaron a cerrar sus fronteras esta semana. No sólo a los patos franceses, sino también a los huevos para incubar y a las aves de corral.

Esto no es una sorpresa: aunque Francia se considera libre de gripe aviar desde agosto, se cree que un animal vacunado presenta un riesgo: el de ser portador sano del virus de la gripe. Un escollo que explica por qué Francia tardó varios años en adoptar esta estrategia de vacunación, potencialmente perjudicial para las exportaciones avícolas (25% de su producción).

Sin embargo, las consecuencias económicas podrían seguir siendo limitadas. Según las aduanas, los envíos de aves vivas y huevos a través del Atlántico representan sólo el 1% de las exportaciones totales de Francia. Los volúmenes involucrados en la escala del sector «no son enormes», confirma Yann Nédélec, presidente de la asociación interprofesional avícola (Anvol). En Canadá, el impacto podría ser más significativo, ya que Francia envía productos muy valorados (huevos para incubar, pollitos, etc.). Por último, en Japón, gran cliente del foie gras, el sector se anticipó enviando volúmenes de este manjar festivo antes del inicio de la campaña de vacunación.

Además, los profesionales ya no prevén nuevos cierres. “El trabajo de diplomacia sanitaria llevado a cabo con terceros países parece finalmente dar sus frutos”, considera Marie-Pierre Pé, directora de la asociación interprofesional del foie gras (Cifog). Ahora tenemos un año para tranquilizar a estos tres países”. En el marco de la campaña de vacunación, se han destinado 60 millones de euros para seguir muy de cerca la posible circulación del virus en las granjas.