Queridos lectores,

Desde hace una semana, las miradas están fijas en la localidad de Saint-Blaise-la-Roche, en Alsacia, donde desapareció Lina, una chica de 15 años.

Desapareció el pasado sábado tras salir de su casa para dirigirse a la estación para coger un tren con destino a Estrasburgo, donde la esperaba su novio. En realidad, ella nunca subió a bordo. Su teléfono, que no ha sido encontrado, dejó de transmitir a las 11:22 a.m.

Esta estudiante del CAP de asistencia personal está bien integrada y nunca se ha escapado. Por unanimidad, sus allegados describen a una joven “sin aspavientos”, “alegre, llena de vida”, con “un gran corazón”.

Desde entonces, hasta 80 gendarmes se han turnado en la zona de desaparición, peinando bosques y puntos de agua, sin resultado. ¿Accidente? ¿Mal encuentro? Si bien los investigadores descartaron rápidamente la desaparición voluntaria, todavía no han descartado ninguna pista.

NUESTRO INFORME EN EL BAJO RIN

“Una violencia difícil de soportar”, reconoció el fiscal de Évreux Rémi Coutin. En Conches-en-Ouche (Eure), una niña de tres años fue encontrada muerta el pasado sábado por la noche, asesinada a golpes por sus padres. El caso provocó una ola de emoción porque “ni la gendarmería, ni los tribunales, ni los servicios de bienestar infantil habían sido informados” de la situación. Varios cientos de personas se reunieron el sábado para presentar sus últimos respetos a la niña. “Todos tenemos una parte de responsabilidad”, afirmó el alcalde de la ciudad, Jérôme Pasco.

LA HISTORIA DE ESTA FAMILIA OSCURA CERRADA CERRADA

El proceso contra Mohamed Lamine Aberouz, presunto cómplice del asesinato de una pareja de policías, Jean-Baptiste Salvaing y Jessica Schneider, en su casa de Magnanville (Yvelines) en junio de 2016, comenzó el lunes ante el tribunal extraordinario de París. El ataque causó conmoción en las filas de la policía.

Durante esta primera semana de audiencia, el interesado afirmó en particular que “los valores del Islam” no eran “compatibles con los valores de Francia”.

“Guy Hervé le salvó la cabeza. Sin lugar a dudas, se lo debe a su abogado, Philippe Lemaire”, señaló el columnista jurídico de Le Figaro el 29 de septiembre de 1973, al día siguiente de la sentencia dictada en el Tribunal de Justicia de París. Guy Hervé es un joven de 25 años que, durante un control mientras conducía un coche robado, acribilló a un motociclista policial. Un disparo a sangre fría acusa al fiscal. No es un disparo de pánico, ciertamente de un matón, sino también de un pobre con una infancia miserable, lo que se opone a su defensor.

El célebre abogado, que el año anterior no había logrado salvar a Roger Bontems de la guillotina, esta vez vuelve a pedir que la justicia abandone “la idea de venganza” y deje de “responder al asesinato con asesinato, ¿era legal?” Antes de describir contundentemente a los jurados el proceso de una ejecución, los confronta con su responsabilidad. En cuanto a Bontems, “la presión sobre el presidente de la República será tal” que no podrá indultarle, advierte. Hervé es condenado a cadena perpetua.

Por Camille Lestienne.

El ex juez Gilbert Thiel, que dirigió en particular la investigación del caso Guy Georges, publicó el 5 de octubre una imponente obra “Asesinos en serie hechos en Francia” dedicada a los crímenes en serie en Francia. Este especialista en casos penales, autor ya de varios trabajos en este ámbito, descifra en su libro la trayectoria de una cincuentena de “asesinos en serie” que han sembrado el miedo en Francia desde hace más de cincuenta años. Si bien se ha sostenido durante mucho tiempo que los asesinos en serie eran una peculiaridad estadounidense, el magistrado demuestra en su libro que Francia no se ha salvado.

Publicado por Robert Laffont, 768 páginas, 26,90 euros.

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Nos vemos el próximo domingo,

Esther Paolini, periodista de la sección de actualidad de Le Figaro.