Kosice (Eslovaquia)

La escena que se desarrolló a mediados de septiembre durante la campaña electoral es como la política eslovaca de los últimos años: una batalla campal. El ex primer ministro Igor Matovič fue abusado sexualmente en su camioneta por el ex ministro del Interior, Robert Kaliňák, mientras intentaba interrumpir con un megáfono la conferencia de prensa de otro ex primer ministro, Robert Fico.

Desde el asesinato aún impune del periodista Ján Kuciak en febrero de 2018 y la posterior caída de Robert Fico, importantes operaciones anticorrupción han purgado instituciones y han dado lugar a decenas de acusaciones. Pero el país no ha logrado recuperar la estabilidad política y ha juzgado a cuatro jefes de gobierno en cinco años.

En enormes carteles a lo largo de las carreteras del país, su partido, el SMER, promete “orden, estabilidad y seguridad social”. El partido neofascista Nuestra Eslovaquia se compromete a suspender todo apoyo a Ucrania, mientras que el Movimiento Demócrata Cristiano quiere introducir un generoso subsidio familiar. Y la lista continúa, ya que una decena de partidos esperan tener escaños en el Consejo Nacional Eslovaco después de las elecciones.

SMER de Robert Fico toma la delantera. Aunque está afiliado al Partido de los Socialistas Europeos y su líder dice ser una socialdemocracia, su deslizamiento hacia el nacionalpopulismo es espectacular, con su vecino Viktor Orbán como modelo evidente.

“Fico ahora está apuntando a grupos de votantes extremistas. Les presenta en el mismo paquete su hostilidad hacia las ONG, hacia el colectivo LGBT, hacia Estados Unidos y su simpatía por la Rusia de Putin”, explica Beata Balogová, editora jefe de Sme, el principal diario del país. “Si gana las elecciones, no volverá atrás, como el buen proeuropeo que intentó ser. Como Orbán, necesitará enemigos y victorias”, advierte.

“Fico fue abandonado por todos, tuvo que luchar por su futuro, su libertad y, sin duda, piensa también, por su vida. Y logró regresar”, señala con amargura Arpad Soltész, periodista y escritor eslovaco de origen húngaro que, en una novela negra traducida al francés, describió el pantano político-mafioso en el que estaba sumergida Eslovaquia bajo Fico. “Si recupera el poder, hará todo lo posible para no volver a perderlo nunca más, te lo garantizo. No tiene que inventar nada, ya existe en Rusia y Hungría. Sólo necesita hacer más rápidamente lo que Orban hizo con los medios y las ONG. En cuanto a la justicia, nuestros jueces estarán encantados de volver a sus viejas travesuras”.

La preocupación es grande, pero el resultado sigue siendo incierto. Frente al experimentado Fico se encuentra un joven partido liberal, Eslovaquia Progresista, compuesto principalmente por personas de la sociedad civil que están tratando de hacer de las elecciones un referéndum sobre la membresía de Eslovaquia en el campo occidental.

Codo a codo con SMER en las encuestas, podría aprovechar un “cualquier cosa menos Fico” de último minuto para ganar. Pero reunir una mayoría parlamentaria sólida sería muy difícil, mientras que Fico no descarta gobernar con el apoyo de los neofascistas de la República y del partido nacionalista SNS.

Diversos estudios internacionales indican que la población eslovaca es la mejor dispuesta hacia Moscú, que más eslovacos esperarían una victoria de Rusia que de Ucrania y que la mitad de la población considera que los Estados Unidos son los verdaderos belicistas en Ucrania.

El propio Robert Fico se hace eco de la propaganda del Kremlin y afirma, por ejemplo, que “los nazis y los fascistas ucranianos” están detrás de la guerra en Donbass. “La guerra siempre comienza en Occidente. Y la libertad y la paz siempre vienen del Este”, afirmó durante la campaña. En las calles, especialmente los mayores, ya sean pro o anti-Putin, fácilmente afirman su proximidad cultural con “los hermanos rusos”.

“Estas elecciones son, de hecho, un referéndum sobre quiénes somos, sobre si pertenecemos al Este o al Oeste. Y realmente temo que los eslovacos, en su mentalidad, pertenezcan más al Este…”, analiza el periodista Arpad Soltész.

No es del todo seguro que las elecciones del sábado proporcionen una respuesta clara a esta Eslovaquia desgarrada. Pero una cosa es segura para el periodista y escritor: si Fico se encuentra en condiciones de recuperar el poder, por su seguridad abandonará rápidamente este país donde los ataques verbales se han convertido en su vida diaria.