«No tenía intención de iniciar una revolución», declaró Dani Romero, iniciador de este movimiento que está ganando impulso en España. Tras descubrir que su piso que alquila en Málaga, y en el que vive desde hace 10 años, iba a convertirse ahora en alojamiento turístico, Dani Romero primero compartió su enfado en las redes sociales creando pegatinas con lemas salados contra los turistas, tal y como informa El guardián.

«Me parece una forma muy pacífica de protestar», dijo a nuestros compañeros. “No hay ninguna organización ni partido político detrás de esto. Son los vecinos los que están hartos porque es un tema que nos concierne absolutamente a todos”.

Florecieron entonces en Málaga las pegatinas, con eslóganes más o menos abruptos. “Era mi casa”, “aquí vivía una familia” o “vete a casa” o “apesta a turistas”. La fórmula va precedida cada vez por las iniciales “AT” de “apartamento turístico”. Los residentes denuncian el exceso de turismo que hace subir los precios de los alquileres.

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Las pegatinas se han multiplicado en varias ciudades de España, entre ellas Madrid, Barcelona y Valencia. En Málaga, una encuesta reciente mostró que la población estaba muy preocupada por el precio de los alquileres, considerados «muy caros» por el 60% de los encuestados, señala también The Guardian. Sin embargo, el 80% de los encuestados señaló que el turismo tiene un impacto “positivo” o incluso “muy positivo”.

“Tengo 48 años, tengo altos ingresos, algo de dinero ahorrado y no encuentro casa. ¿Cuál es la situación de las personas de 25 años?”, se indigna también Dani Romero, también en The Guardian. El malagueño es propietario de un bar y reconoce que, sin embargo, el turismo le aporta una gran clientela. “No tengo nada en contra del turismo […] pero tenemos que regularlo; yo y la mitad de la ciudad no podemos seguir así”.

También relata haber visitado un piso en el que se exigía un depósito de 40.000 euros u otro en el que se exigía un cheque de 200 euros sólo para visitarlo. La ciudad de Málaga rechazó recientemente una legislación que definía el mercado de alquiler como «bajo presión», lo que habría permitido a las autoridades implementar topes de alquiler.

En Francia, la cuestión del control de los alquileres también está de actualidad en varias ciudades como Lyon, donde el municipio ecologista ha decidido actuar contra la exacerbación de las tensiones inmobiliarias, especialmente en las zonas pequeñas.

En París, el control de los alquileres fue posible de forma experimental gracias a la ley ELAN de 2018. Prohibe a los propietarios pedir a los inquilinos una cantidad superior a una suma determinada, que varía según el barrio en función del estado del mercado. La capital también es objeto de grandes deseos en vísperas de los Juegos Olímpicos, durante los cuales los propietarios parisinos probablemente obtendrán importantes ingresos con el alquiler de su apartamento.