El Instituto Uigur de Europa (IODE) pretende poner fin al “clima de terror” que pesa sobre el pueblo musulmán sunita en Francia. Por ello, la asociación presentó una denuncia contra Según IODE, el miedo está creciendo dentro de la diáspora uigur tras una serie de acontecimientos “de extrema gravedad que forman parte de un largo proceso genocida”, y que tuvieron lugar a principios del mes de mayo, durante la visita de Xi Jinping a Francia.

El 5 de mayo, día de la llegada del presidente chino a París, se celebró en la plaza de la Madeleine, en el distrito 8 de la capital, una manifestación “teatralizada” organizada por uigures, en presencia del IODE. Dilnur Reyhan, presidenta de la asociación, docente de Sciences Po e Inalco, afirma que fue perturbada por dos grupos diferentes de individuos. “Jóvenes de origen africano, que portaban mascarillas quirúrgicas, gritaban “mentirosos, mentirosos” con carteles en la mano”, describe el sociólogo. Otro grupo, esta vez compuesto por chinos vestidos de negro, llegó a la plaza de la iglesia. Todos tenían un teléfono en la mano para filmar la manifestación. “Cantaron el himno chino para alterar el escenario de nuestro teatro”, dice Dilnur Reyhan.

Gulbahar Haitiwaji, un superviviente uigur que vive en Francia desde hace diez años, recuerda que este segundo grupo sostenía carteles con fotografías de activistas uigures –Dolkun Isa y Rushan Abbas– cuyos “rostros estaban tachados por una cruz”. “Esta es la primera vez que presencio un intento de intimidar a los chinos. Antes simplemente nos tomaban fotos”, explica la mujer de 57 años. Gulbahar Jalilova, otra sobreviviente de un campo de internamiento uigur en China, dice que “no ha dormido” desde el 5 de mayo. “La escena del acoso le recuerda al campamento. Cada mes, unos diez soldados chinos gritaban a través de las puertas de la celda de mujeres. En el segundo, tenían que estar desnudos y con las manos en la cabeza, de lo contrario los golpearían”, explica Dilnur Reyhan.

Y agregó: “Vive con el temor de que estos hechos vuelvan a suceder en Francia”. El presidente de la asociación continúa recordando que “varios uigures han sido hospitalizados en psiquiatría en los últimos años debido a las intimidaciones y amenazas chinas”.

Según estudios y ONG occidentales, desde 2017, más de un millón de uigures o miembros de otros grupos étnicos, principalmente musulmanes, han sido internados en “campos” de “reeducación” donde las violaciones de los derechos humanos son numerosas. China, por su parte, presenta parte de estas infraestructuras como “centros de formación profesional”.

Tres días después de estos incidentes durante la manifestación, Gulbahar Jalilova fue atacada personalmente. Un grupo de chinos, todavía vestidos de negro, se presentó frente a su casa. “Afortunadamente ella no estaba en casa. Pero su hijo seguía durmiendo allí”, explica Marine Mazel, responsable de promoción política del IODE. Según los informes, la jefatura de policía indicó al IODE que estas personas eran “chinos nacidos en China y que al menos una persona está vinculada a la embajada china en París”, asegura.

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El fin de semana pasado, el periódico Le Monde informó sobre notas de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) y de la jefatura de policía de París – a las que tuvo acceso el diario – “que revelan la presencia de funcionarios del Estado pertenecientes a servicios chinos durante (. ..) una “acción de intimidación” abortada el 8 de mayo contra un refugiado político de origen uigur”. En reacción a este artículo en su sitio web, la embajada china en Francia denunció el miércoles “noticias falsas”, “una narración de periodistas plagada de errores” y “manipulación evidente”.

“No sentimos que los uigures estén protegidos”, lamenta Marine Mazel. Si bien Gulbahar Haitiwaji aún no ha sido víctima de intimidación personal, dice que “siempre tiene cuidado en la calle”, siempre está “acompañada cuando va de compras” y siempre controla si alguien la está filmando. Después de estos hechos, confiesa que su “miedo” creció.

Después de que el grupo llegó al pie del edificio de Gulbahar Jalilova, los individuos fueron “controlados por la policía”, que tenía en su poder “pasaportes chinos y visados ​​para los nueve hombres y mujeres”, indica Libération. Desde entonces, “no hemos tenido noticias y no se ha oído a Gulbahar”, subraya Marine Mazel.

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Por eso Gulbahar Haitiwaji y muchos otros uigures apoyan la denuncia presentada por el IODE. “Tenemos que demostrar que no tenemos miedo y que no vamos a ceder”, afirma. Dilnur Reyhan espera que esta acción legal impulse al gobierno francés a hacerse cargo de la cuestión de “proteger a los uigures”. “Los servicios chinos conocen ahora la dirección de Gulbahar Jalilova. Deberíamos ofrecerle un alojamiento nuevo y seguro”, pone como ejemplo el presidente de la asociación. “Con esta denuncia estamos a la espera de una respuesta del Estado, con una investigación para que comprendamos la realidad de la actuación de los chinos”, insiste.