El lunes por la tarde, Gérald Darmanin continuó sus conversaciones con los funcionarios electos de Córcega para obtener “un consenso” sobre un proyecto de reforma constitucional que en última instancia apunta a la autonomía de la isla. Durante la cena, que duró casi cuatro horas y media, el Ministro del Interior propuso a los cargos electos corsos “cinco grandes avances” en el marco de una “propuesta de redacción constitucional”. La delegación de ocho funcionarios electos de la isla deberá regresar a la plaza Beauvau con sus observaciones el 11 de marzo. Mientras tanto, este sábado tendrá lugar una manifestación en Bastia, por iniciativa de dos asociaciones independentistas, que pedirán a “todos aquellos que piensan que los corsos deberían tener derechos sobre sus tierras”.
A principios de semana, sin embargo, no se llegó a ningún acuerdo con el ejecutivo sobre una cuestión crucial para los habitantes de la Isla de la Belleza: el estatus de “residente”, una serpiente marina durante muchos años. Al final de la comida, Gérald Darmanin admitió estar a favor de “un estatuto de “residencia” que permita luchar contra la especulación inmobiliaria” en Córcega. Entonces, ¿residente o residencia? Una sutileza del lenguaje que ilustra los desacuerdos sobre los que, por el momento, se debaten el Interior y los cargos electos corsos.
La crisis inmobiliaria en Córcega es, de hecho, un importante punto de tensión, con muchas zonas tensas. El partido independentista Córcega Libera (“Córcega Libre”) exigió en 2013 la creación de un estatus de residente específico para facilitar el acceso de los locales al empleo y la vivienda. Los separatistas destacaron la elevada tasa de segundas residencias en determinados municipios.
De hecho, les gustaría reservar el derecho de adquirir bienes inmuebles en la Isla de la Belleza a personas que hayan residido allí, de forma permanente, durante un mínimo de cinco años. Sólo aquellos nacidos en Córcega o que tengan un padre nacido o enterrado en Córcega podrían estar sujetos a una exención.
Leer tambiénEn Córcega, el proyecto “autonomía en la República” sigue sin estar claro a nivel fiscal
El diputado corso del partido LIOT Jean-Félix Acquaviva, en diciembre de 2022, propuso en comentarios transmitidos por Corse Matin que las personas que cumplan “criterios acumulativos definidos por decreto (tras el asesoramiento de la Asamblea de Córcega) que demuestren una comunidad de intereses materiales y morales que consagran “el apego a Córcega y el sentimiento de pertenencia a su gente” también podrían incluirse en el estatuto de “residente”.
Las personas que no cumplan con este estatus estarían sujetas a impuestos más altos durante una transacción inmobiliaria.
Ya en 2013, cuando la ministra de Descentralización, Marylise Lebranchu, fue interrogada sobre este estatuto de residente propuesto por el partido Córcega Libera, calificó la propuesta de “inconstitucional”.
Emmanuel Macron, durante un viaje a Córcega en febrero de 2018, ya se había enfrentado al tema de la reforma institucional en Córcega y la posible autonomía. El Presidente de la República, a su vez, consideró que “la aplicación del estatuto de residente en Córcega no era la respuesta adecuada a los problemas inmobiliarios de la isla”, juzgando la reclamación “contraria a nuestra Constitución” y calificándola de “un impasse legal y una respuesta equivocada”.
El término “residente” sería juzgado como una “ruptura en la igualdad”, explica el constitucionalista Benjamín Morel. El artículo 6 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (DDHC) establece que “la ley debe ser la misma para todos”. Sin embargo, en el caso corso, el Consejo Constitucional podría considerar que un individuo o un grupo sería tratado de manera desigual respecto a otros, debido a la discriminación, en este caso el acceso a la vivienda. Los ciudadanos corsos que deseen comprar bienes inmuebles se verían favorecidos en comparación con los ciudadanos franceses en el continente.
El profesor de derecho público de la Universidad Paris 2 Panthéon-Assas se muestra escéptico sobre un posible “derecho especial sobre los locales”, considerándolo “imposible”. Además, la aplicación de dicho criterio también perjudicaría a los vendedores de bienes inmuebles, ya que tendrían una elección restringida de compradores.
Lea también Autonomía de Córcega: “Gérald Darmanin acaba de proponer constitucionalizar el comunitarismo”
Se plantea también un segundo obstáculo jurídico: la introducción de este estatuto de residente y el riesgo de romper la igualdad “supondría un problema a nivel del Derecho europeo”, continúa Benjamín Morel. El Convenio Europeo de Derechos Humanos proporciona así “igualdad para todos mediante la garantía colectiva de una prohibición general de la discriminación por parte del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales”.
Al igual que las autoridades locales de San Pedro y Miquelón, Nueva Caledonia o Wallis y Futuna, Córcega debería abandonar oficialmente la Unión Europea. El derecho europeo no se aplicaría allí, a menos que el Estado así lo desee.
El gobierno cree que el término “residente” podría crear dos categorías de ciudadanos y desea evitar a toda costa un criterio “étnico”. Por eso el ejecutivo preferiría el término “residencia”, que permitiría someter el acceso a la propiedad de la tierra, esta vez, a criterios más objetivos.
En concreto, las condiciones podrían basarse en criterios administrativos, como la residencia fiscal. De hecho, una persona de una familia presente en Córcega desde hace varias generaciones y otra presente desde hace sólo algunos años (aún no se ha decidido el número exacto) estarían en pie de igualdad. Pero los términos precisos aún no se han decidido.
El ejecutivo intenta encontrar una “paráfrasis” para “justificar la creación de un régimen particular para Córcega” basándose en “criterios objetivos conciliables con el principio de igualdad”, descifra Benjamín Morel. Esto sigue siendo un “artificio político”, asegura el especialista. “Es extremadamente interesante, pero técnicamente complicado”, continúa. Sabremos más en 15 días cuando se puedan presentar elementos de la ley orgánica”.
La cuestión inmobiliaria afecta especialmente a zonas tensas, principalmente en la costa de Córcega. Sin embargo, en ambos casos -la creación de un estatuto de “residente” como el de “residencia”- podría tener repercusiones en toda Francia, advierte Benjamín Morel. De hecho, París, el País Vasco, la Costa Azul y la cuenca de Arcachon son zonas donde la demanda de vivienda supera la capacidad disponible. Si los jueces ratifican este estatus, “las otras regiones con estas zonas tensas se preguntarán por qué la aplicación no sería posible allí”, continúa. El académico imagina, en cambio, “un experimento” inicialmente, ratificado por el Parlamento, que tomaría la forma de una exención concedida a la Isla de la Belleza.