El satélite europeo ERS-2, que completó su misión de observación de la Tierra hace 13 años, puso fin a su vida al entrar en la atmósfera el miércoles, informó la Agencia Espacial Europea (ESA).

La operación de retroceso hacia nuestro planeta comenzó en 2011, para evitar una destrucción accidental de este objeto en órbita debido a la dispersión de restos peligrosos para los satélites activos y la Estación Espacial Internacional (ISS).

«Tenemos confirmación de un reingreso a la atmósfera de ERS-2 a las 17:17 GMT sobre el Océano Pacífico Norte entre Alaska y Hawaii», anunció el centro de operaciones de la ESA en Twitter). La mayor parte de las 2,3 toneladas de ERS-2 se consumió teóricamente cuando alcanzó las capas inferiores de la atmósfera a unos 80 km de altitud. Satélite pionero en la observación de la Tierra, el ERS-2 se lanzó en 1995 y se situó a una altitud de casi 800 km.

Al final de su misión, la ESA lo redujo a unos 500 km, de modo que en sólo 13 años descendió de forma natural y gradual hacia la Tierra, únicamente por la fuerza de la gravedad. En lugar de los 100 a 200 años que habrían tardado si hubiera permanecido en su altitud inicial. En vísperas de su destrucción todavía se encontraba a una altitud de más de 200 km. Según la ESA, en promedio, un objeto con una masa similar a ERS-2 termina sus días en la atmósfera una vez cada una o dos semanas.

Privada de su energía interna (combustible, baterías, etc.) desde el final de su misión, la máquina presentaba un riesgo importante de explotar y generar escombros. En julio de 2023, el satélite europeo Aeolus regresó a la Tierra de forma controlada, desde una órbita (300 km) inferior a la del ERS-2. Los escombros cayeron al Océano Atlántico. En el caso de ERS-2, la probabilidad de que uno de sus restos impactara a una persona en tierra era inferior a una entre cien mil millones, según el blog de la ESA dedicado a la misión.

En 2023, la ESA lanzó una carta de “residuos cero” para misiones espaciales diseñadas a partir de 2030. Los residuos de satélites usados, piezas de cohetes y restos de colisiones se han acumulado desde el inicio de la era espacial. Un problema que ha crecido en las últimas décadas. Según estimaciones de la ESA, hay alrededor de un millón de restos de satélites o cohetes de más de un centímetro en órbita, lo suficientemente grandes como para “inutilizar una nave espacial” en caso de impacto.