Del pequeño pueblo de Ighermane, en el Alto Atlas marroquí, no queda nada. Decenas de casas reducidas a escombros, como lo demuestran las sorprendentes imágenes de satélite del Centro Nacional de Estudios Espaciales (Cnes) tomadas menos de 48 horas después del mortal terremoto que sacudió Marruecos el sábado 9 de septiembre. La agencia espacial francesa proporcionó ayuda, en el marco de un acuerdo de cooperación internacional, con varias fotografías de pueblos devastados. Pero también imágenes de archivo que nos permiten medir, comparándolas, la magnitud de los daños.
La Carta Internacional del Espacio y de los Grandes Desastres, creada en 2000, reúne a 17 agencias espaciales que pueden proporcionar, si es necesario, fotografías de las zonas de catástrofe vistas desde el cielo. Cuando se activan, 270 satélites de sus miembros están programados para fotografiar las zonas solicitadas, explica Emilie Bronner, responsable del proyecto de la carta en el Cnes. “Esto se hace en unas pocas horas, dependiendo del tipo de satélite”, explica. Del lado francés, con los satélites Pléiades Neo, si la situación de sobrevuelo es favorable, podremos tener imágenes en dos horas”.
Más allá de las fotografías posteriores a la catástrofe y de las fotografías de archivo, las agencias también facilitan mapas, elaborados por expertos, de interpretación de imágenes de satélite, que muestran carreteras cortadas, puentes arrasados, edificios destruidos… “El objetivo, continúa Emilie Bronner, es proporcionar estos datos a las personas que se encuentran en el lugar: a los servicios de emergencia para que sepan dónde acudir en caso de emergencia, a las asociaciones humanitarias para llevar alimentos a las personas reunidas después de la catástrofe, en particular después de un terremoto, y a los responsables de la toma de decisiones, para evaluar el daño.”
Todos los países pueden solicitar la activación de la carta, a través de un sitio dedicado, siempre que sean un “usuario autorizado” y hayan completado la capacitación. Este servicio, completamente gratuito para los usuarios, puede activarse en caso de catástrofes naturales -terremotos, inundaciones, incendios, erupciones, huracanes…- pero también de catástrofes tecnológicas como los derrames de petróleo o, recientemente, la explosión en el puerto de Beirut. “Por otra parte, no nos fijamos en lo que concierne a una guerra o un conflicto”, advierte Emilie Bronner. La carta, por ejemplo, recibió recientemente una solicitud para activar una presa destruida en Ucrania, pero fue rechazada”.
“Tres cuartas partes de las activaciones se refieren a fenómenos hidrometeorológicos”, subraya el Cnes. Después del terremoto en Marruecos, la carta se activó por 838ª vez en su historia por las inundaciones en Libia el 10 de septiembre. El ritmo, de unas 50 activaciones al año, se ha acelerado en los últimos años, señala Emilie Bronner. Prueba del éxito de la carta, cada vez más conocida y utilizada, pero también del aumento de los fenómenos meteorológicos extremos con el calentamiento global.