La encarnizada batalla entre los fabricantes de carne y los profesionales de las imitaciones cárnicas a base de proteínas vegetales no decae. Un año después de que el Consejo de Estado suspendiera un decreto destinado a prohibir el uso de palabras ligadas al mundo carnicero (filete, carne, tocino, nuggets, etc.) para alimentos sin proteínas animales, los fabricantes de productos cárnicos podrían vengarse. A finales de agosto, el gobierno francés notificó a Bruselas una nueva versión del texto, revela el sitio Contexte. Más precisamente, menciona varias docenas de términos prohibidos para los alimentos elaborados con proteínas de guisantes, soja o colza. Este es particularmente el caso del “escalope”, el “filete” o la “bavette”.
Desde la aparición de estas alternativas de origen vegetal en los lineales de alimentos hace unos diez años, los fabricantes han estado chocando por estas terminologías.
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Estratégico desde el punto de vista del marketing para los fabricantes de imitaciones de carne, su uso equivale a prácticas comerciales engañosas y a una competencia desleal, consideran los actores tradicionales. Suficiente para representar un déficit importante: según el Good Food Institute, si la “carne vegetal” sólo hubiera conquistado el 6% de los lineales europeos de carne en 2022, alcanzaría una facturación de 2.000 millones de euros al año en el Viejo Continente.
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El departamento de carnicería no es el único escenario de tales batallas. Según una decisión europea de junio de 2017, está prohibido llamar “leche” a un alimento carente de proteínas animales. Lo mismo ocurre con «yogur», «crema», «mantequilla» y «queso». En cambio, han obtenido exenciones la leche de coco, la crema de arroz y castañas o la mantequilla de cacao o de cacahuete.