Casas, iglesias y calles típicas alemanas: Kaliningrado, un enclave ruso encajado entre Polonia y Lituania, se ha convertido para los cineastas rusos en un sucedáneo de Europa, incapaz de rodar en Occidente debido a las sanciones impuestas desde el ataque ruso a Ucrania. La región y su capital homónima, conquistada por el Ejército Rojo en 1945, han conservado su arquitectura característica de lo que fue Prusia Oriental, dando un aire definitivamente europeo a la antigua Königsberg. Suficiente para atraer a directores y productores necesitados de divisas y en busca de decorados que no respiren la Unión Soviética.
“Rodar en Kaliningrado es muy práctico: la administración nos recibe con los brazos abiertos, pagamos todo en rublos y los extras hablan ruso”, señala el productor moscovita Nikita Sapronov, que recientemente rodó allí la serie GDR (RDA en ruso). tuvo lugar en Berlín durante la caída del muro, a finales de 1989. Inicialmente, se iba a rodar en Alemania. Pero con la ofensiva rusa contra Kiev, «Europa prácticamente nos ha cerrado la puerta en la cara», dijo a la AFP el productor, mostrándose visiblemente frustrado. La primavera pasada, el equipo volvió a Kaliningrado y reconstruyó una sección del Muro de Berlín en el centro de la ciudad. «Kaliningrado ha sustituido perfectamente a las partes oriental y occidental de Berlín», afirma, dos ciudades con arquitectura germánica y soviética.
La proliferación de rodajes en Kaliningrado ilustra la inesperada y relativa buena salud del cine ruso, a pesar de su aislamiento de la escena cultural internacional y de la salida masiva del país de los directivos del sector por temor a ser reclutados por el ejército. La producción nacional pudo beneficiarse, por un lado, de importantes subvenciones estatales y, por otro, del boicot de Hollywood y de Europa, que liberó hasta el 80% del mercado ruso. Como resultado, en 2022 se estrenaron el doble de títulos infantiles rusos que el año anterior, las películas rusas en streaming aumentaron un 30% y las de televisión un 25%, según la revista profesional Bulletin Kinoprokattchika, aunque esta producción sigue siendo esencialmente confinado a Rusia.
Guerra en Ucrania: el cine ruso alistado por la propaganda
El Estado duplicó su apoyo a la producción en 2022 hasta 14.900 millones de rublos, o unos 150 millones de euros. Una ayuda que forma parte de la estrategia desplegada por Vladimir Putin para sustituir los artículos importados (automóviles, ingeniería, alimentos pero también cine) por productos rusos. Y el cine parece sobrevivir en gran medida gracias a estas infusiones. Las cifras del sector son difíciles de precisar, pero según el periódico económico online RBK, sólo una película, una comedia escolar, de las 26 subvencionadas por el Fondo del Cine y estrenadas el año pasado fue rentable.
En cualquier caso, Kaliningrado se beneficia del auge de las producciones rusas, sobre todo porque la región ya tenía experiencia en este ámbito, subvencionando rodajes cinematográficos durante cinco años hasta un 40%. La ciudad de Jeleznodorojny, antigua Gerdauen, acogió en julio el rodaje de un largometraje cuya acción se desarrolla en 1944 en Europa del Este.
«Estos tejados de tejas rojas, estas calles adoquinadas rodeadas de árboles en medio de paisajes bucólicos, es el último pedazo de Europa que nos queda», dice a la AFP no sin tristeza la decoradora del equipo, Yulia Makouchina. Curioso deja-vu, Kaliningrado ya había sido, durante la Guerra Fría, un campo de rodaje apreciado por los directores soviéticos cuando se trataba de escenificar los enfrentamientos entre el Ejército Rojo y los nazis en Europa.
Kaliningrado, cabeza de puente rusa en Europa
Hoy, con el lanzamiento de un amplio programa de renovación, la administración regional quiere ampliar su gama de decoraciones. Desde 2022, «somos el mejor plató europeo (de los rusos) y ya recibimos una decena de equipos de filmación al año», declara orgulloso a la AFP el ministro local de Cultura y Turismo, Andreï Ermak. Los anuncios que ofrecen formación en profesiones cinematográficas son omnipresentes en Kaliningrado y se está construyendo un estudio gigante, con la ambición de convertirse en un “Hollywood ruso en el Báltico”, según la prensa local.
La región, sin embargo, se enfrenta a importantes desafíos logísticos, agravados por las sanciones, ya que el enclave está situado a más de mil kilómetros de Moscú, rodeado por miembros de la OTAN y la UE. Por tanto, Lituania restringe el tránsito terrestre de determinadas mercancías. Aún queda la ruta marítima, más larga y cara. «Afortunadamente, los puertos de Kaliningrado están libres de hielo durante todo el año y nuestros costes de transporte están parcialmente reembolsados», explicó a la AFP el productor Artyom Soudjan.