En Nigeria se alzan voces para pedir al presidente Bola Tinubu, al frente del bloque de África Occidental, que reconsidere su posible intervención militar de la CEDEAO en Níger contra los golpistas.

Parlamentarios y líderes políticos del país más poblado de África han expresado su preocupación ante la proximidad del fin del ultimátum emitido por la CEDEAO a los golpistas.

El 30 de julio, poco después del golpe que derrocó al presidente electo Mohamed Bazoum, el bloque de África occidental le dio a la junta siete días, hasta el domingo por la noche, para restaurarlo en el cargo.

Si bien afirmaron estar a favor de la vía diplomática, indicaron que, en caso de fracaso de las negociaciones, no se descartaría el uso de la fuerza.

La presión se intensificó aún más el viernes cuando los jefes de Estado Mayor de la CEDEAO, reunidos durante tres días en Abuja, anunciaron que habían «definido los contornos» de esta «posible intervención militar».

Nada se ha filtrado a través de este plan de acción, pero es una apuesta segura que la vecina Nigeria, la economía líder del continente y fuerte en su población con 215 millones de habitantes, sería el principal contribuyente financiero, humano y logístico. Es además su presidente, Bola Tinubu, quien, en su calidad de presidente de la CEDEAO, es el portador de este ultimátum.

Esa misma noche, los senadores de las regiones del norte de Nigeria le advirtieron contra el «recurso a la fuerza militar sin haber agotado todos los canales diplomáticos», lo que, según dijeron, tendría «graves implicaciones» para el país.

“Las víctimas serán ciudadanos inocentes que se dedican a su vida cotidiana”, dijo el Foro de Senadores del Norte en un comunicado firmado por su portavoz, Suleiman Kawu Sumaila.

En caso de intervención, incluso Nigeria, cuyos siete estados del norte comparten una frontera de 1.500 kilómetros con Níger (Sokoto, Kebbi, Katsina, Zamfara, Jigawa, Yobe y Borno), se vería «negativamente afectada», advirtieron.

Estos siete estados tienen vínculos comerciales y sociales históricos con el sur de Níger, con el que comparten afinidades culturales, religiosas y lingüísticas.

Los senadores también dicen que les preocupa que una intervención en Níger desestabilice aún más estas regiones, que son extremadamente pobres y ya están bajo el yugo de grupos armados, y abra un nuevo corredor de inseguridad con los países vecinos de Níger, a saber, Malí, Burkina Faso y Libia.

Estas preocupaciones también son compartidas por la mayor coalición de partidos de oposición de Nigeria, para quienes una intervención sería «no solo innecesaria» sino «irresponsable», escribe la Coalición de Partidos Políticos Unidos en un comunicado de prensa publicado el sábado por la mañana.

“Nigeria no puede darse el lujo de desperdiciar sus recursos cada vez más escasos y las preciosas vidas de nuestros soldados en una guerra innecesaria”, dijo un comunicado firmado por uno de sus portavoces, Mark Adebayo.

“La situación de seguridad en nuestro propio país ya sigue siendo un serio desafío para nuestros militares”, recuerda la coalición, para la que un nuevo frente también resultaría en “hundir la frágil economía de Nigeria en una crisis aún más profunda”.

Las fuerzas de seguridad nigerianas ya están desplegadas en gran número en este país, azotado por una inseguridad casi generalizada (bandas criminales en el centro y noroeste, grupos yihadistas en el noreste, agitación separatista en el sureste).

Leer tambiénPutsch en Níger: Francia «sabía que la situación era frágil», indica Sébastien Lecornu

Nigeria también se enfrenta a una grave crisis económica, que se ha agravado desde finales de mayo de las subvenciones al combustible. Esta decisión del presidente Tinubu, cuyo objetivo es relanzar la inversión a largo plazo, cuadriplicó el precio de la gasolina y lastró aún más a la población, casi la mitad de la cual ya vivía en la pobreza extrema.

En las redes sociales nigerianas también se habla mucho de la posibilidad de una intervención: a algunos les preocupa, por ejemplo, la suerte de los 200.000 refugiados nigerianos (que huían de la violencia yihadista en Nigeria) asentados en Níger, a otros les preocupa una afluencia de Refugiados nigerinos al norte de Nigeria, ya sumidos en una gravísima crisis humanitaria.