Alison Rose, directora gerente del banco británico NatWest (ex-Royal Bank of Scotland), debe hacer las maletas. Tras haber trabajado durante más de treinta años en el grupo, parcialmente nacionalizado tras la crisis financiera de 2008, ha anunciado este miércoles su dimisión con «efecto inmediato». Motivo: su implicación en el cierre de las cuentas del político Nigel Farrage.

El mes pasado, este ex eurodiputado de extrema derecha y ferviente partidario del Brexit denunció el cierre de sus cuentas por parte del banco privado Coutts, filial de NatWest, a causa de sus opiniones políticas. En un video, había revelado documentos en los que el establecimiento se habría preocupado “por los riesgos para su reputación, al estar asociado con él”. Unos días después, la BBC había desvelado, refiriéndose a una fuente “senior”, que este cierre de cuentas se debía a simples motivos comerciales. De hecho, Coutts, que tiene clientes británicos extremadamente ricos, incluida la difunta reina Isabel II, impone estrictos criterios de elegibilidad financiera. Pero Nigel Farage, que afirma haber sido rechazado por “diez bancos”, ha demostrado que esta justificación no funciona.

El martes, Alison Rose admitió ser la fuente de la BBC y haber, según ella, «sin saberlo» haber revelado información falsa a la prensa. El caso, que alimenta el debate en los medios desde hace semanas, ha tomado un giro político. El miércoles, el gobierno de Rishi Sunak llamó al orden a todo el sector bancario, insistiendo en que la libertad de expresión “es un derecho fundamental en el Reino Unido”.

«Espero que toda la industria financiera aprenda de este incidente», dijo el secretario del Tesoro, Andrew Griffith, y calificó la actitud de NatWest de «inaceptable».