Le Figaro Burdeos
La arqueología aún nos depara muchas sorpresas. En 2016, durante una excavación realizada en Mongolia por un equipo internacional de investigadores, un objeto en particular llamó la atención de los arqueólogos: un pene tallado en grafito, utilizado como medallón por uno de nuestros antepasados lejanos, hace aproximadamente 42.000 años. En el campus de la Universidad de Burdeos, este objeto fue estudiado en detalle durante varios meses y los investigadores ahora están seguros: es el objeto fálico más antiguo identificado.
Este descubrimiento fue revelado al público en un artículo de la revista Nature, publicado en junio de 2023. Entre los firmantes, dos investigadores del CNRS y de la Universidad de Burdeos, Solange Rigaud y Alain Queffelec, miembros del laboratorio PACEA (De la Prehistoria al Presente: Cultura, Medio Ambiente y Antropología). Solange Rigaud, especialista en el estudio de los ornamentos prehistóricos, fue ella misma a Mongolia para analizar este descubrimiento.
Al ser este colgante de grafito, el prehistoriador trató de averiguar si este material se podía encontrar en la naturaleza cerca del sitio arqueológico o en el lecho de los ríos, lo cual no fue el caso. “El grafito no se pudo adquirir localmente, por lo que este material vino de más lejos”, dice Solange Rigaud. Al estar los yacimientos más cercanos a varios cientos de kilómetros, es posible que el material en el que está tallado este medallón provenga de “una red de contactos e intercambios con otros cazadores”.
Gracias a las técnicas de análisis llevadas a cabo entonces en el laboratorio de Burdeos, el único en el mundo que reúne los equipos técnicos y especialistas necesarios, la naturaleza fálica del objeto deja rápidamente pocas dudas. “Es un objeto cilíndrico alargado, con las características anatómicas de un falo en su extremo: el surco balano-prepucial y el meato uretral”, especifica el investigador. El análisis también muestra que las incisiones se hicieron con herramientas afiladas de pedernal, para representar el pene y permitir que se suspendiera con una cuerda. Finalmente, un lado desgastado atestigua que este colgante estuvo en contacto repetido con la piel.
Aunque es imposible saber qué pasaba por la mente del Homo sapiens hace 42.000 años, los investigadores están formulando algunas hipótesis. “Este descubrimiento se hace en un contexto particular. Hace 42.000 años, el Homo Sapiens se dispersó en Eurasia”, recuerda Solange Rigaud. “Cuando llega a esta región en particular, no está solo. Se encuentra con neandertales y denisovanos”. Un encuentro avalado notablemente por el hecho de que nuestro genoma actual ha registrado mutaciones de estas dos especies extintas del género Homo. «Descubrir que hay otros homínidos que se parecen a él probablemente revolucionó la forma en que el Homo sapiens se percibía a sí mismo».
Este cambio en la visión que nuestros antepasados tenían de sí mismos puede haberse traducido en nuevos mensajes simbólicos, como este pene de grafito. Un objeto que, sin embargo, no es “un falo ostentoso”, especifica Solange Rigaud. “El colgante es pequeño y las modificaciones discretas, había que observarlo de cerca. El círculo cercano del usuario probablemente sabía su significado, pero no lo mundano. Otros objetos de excavaciones arqueológicas realizadas en los últimos años tienen características similares, pero “los demás son 10.000 años más recientes”, explica el investigador. Por lo tanto, este descubrimiento plantea preguntas sobre el uso de símbolos por parte de nuestra especie, sin poder responderlas todavía.