Los grupos yihadistas han multiplicado desde enero de 2023 los «asesinatos», «violaciones» y «saqueos» a gran escala de civiles en el noreste de Malí, «obligando a miles de personas a huir de estas regiones», indicó el jueves 13 de julio en un informe de Human Rights Watch.

“La seguridad se ha deteriorado drásticamente debido a los enfrentamientos entre dos grupos armados islamistas”, el Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS) y el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM, o JNIM según las siglas árabes), vinculado a Al -Qaeda, quienes buscan controlar las rutas de suministro y aumentar su influencia, explicó la organización de derechos humanos.

«Los grupos islamistas armados están atacando brutalmente a los civiles y ayudando a alimentar una emergencia humanitaria a gran escala», dijo Ilaria Allegrozzi, investigadora sénior sobre el Sahel de Human Rights Watch. Human Rights Watch dice que documentó ocho ataques entre enero y junio, seis en la región de Gao y dos en la región de Ménaka en el noreste, escenario durante meses de un avance del Estado Islámico en todo el Sahara (EIGS). Habrían, según ella, causado «cientos» de muertos y obligado a miles de personas a huir de la zona.

La ONG informa de testimonios recopilados por sus investigadores y que describen a combatientes armados con «rifles de asalto», «lanzagranadas» y vestidos de civil o de faena con turbantes identificables. Hablaban varios idiomas locales (tamashek, fulfulde, songhai y hausa), además de árabe, y en ocasiones portaban la bandera del Estado Islámico, según los relatos.

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La organización también expresó su preocupación por la decisión de retirar la misión de mantenimiento de la paz de la ONU (Minusma) solicitada por Bamako, que se llevará a cabo durante seis meses hasta finales de 2023. Se corre el riesgo, dice el informe, de “socavar” los esfuerzos para llevar la rendición de cuentas por abusos relacionados con los conflictos. Ilaria Allegrozzi pide así a las autoridades malienses que “redoblen sus esfuerzos” para proteger a los civiles y que “trabajen en estrecha colaboración” con sus socios internacionales.

El informe también indica que ha documentado «graves abusos» cometidos por las fuerzas de seguridad malienses y por presuntas fuerzas de la empresa de seguridad privada rusa Wagner, cuya actuación ha sido denunciada en varios países. La junta en el poder desde 2020 se ha alejado de Francia para volverse política y militarmente hacia Rusia. Ella niega la presencia de Wagner y habla de instructores militares rusos desplegados en nombre de la cooperación entre estados.

La ONU acusó en mayo en un informe al ejército maliense y a combatientes «extranjeros» de haber ejecutado en marzo de 2022 al menos a 500 personas durante una operación antiyihadista en el centro del país, lo que la junta maliense refuta. Mali ha estado sumido en una profunda crisis de seguridad desde 2012, alimentada por grupos yihadistas y separatistas o grupos de autodefensa. Comenzando en el norte, se extendió al centro del país ya los vecinos Burkina Faso y Níger.