Víctimas de un padre, un tío o un hermano, las niñas están más expuestas que los niños a la violencia sexual incestuosa, que sigue siendo particularmente difícil de revelar, a pesar del surgimiento del tema en el debate público, señala un estudio publicado el miércoles 21 de junio.

Entre las personas que sufrieron violencia sexual antes de los 18 años, el 35,7% de las mujeres declara haber sido agredida por algún miembro de su familia frente al 21,6% de los hombres, indica este estudio del Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED). Se basa en una encuesta a 28.000 personas, realizada por Inserm a pedido de la comisión independiente sobre abuso sexual en la Iglesia Católica (Ciase). Esto había revelado a fines de 2021 que el 14,5% de las mujeres y el 6,4% de los hombres en Francia fueron agredidos sexualmente durante su minoría.

“Los agresores son mayoritariamente hombres, lo que hace referencia a la dominación masculina”, comenta a la AFP Nathalie Bajos, socióloga y demógrafa del Instituto Nacional de Salud e Investigaciones Médicas (Inserm), coautora del último estudio. Para las mujeres, una de cada tres violencias domésticas (32,7%) fue cometida por el padre o padrastro. Los agresores son entonces tíos (17,9%), primos (14,4%) y hermanos (14,1%). Para los hombres, los hermanos (21,8%) son los principales agresores, seguidos de los padres o padrastros (20,7%), primos (17,8%) y tíos (16,7%).

Las personas que dicen haber sido agredidas sexualmente por un miembro de su familia eran más jóvenes que las víctimas de personas ajenas al círculo familiar: más de la mitad de ellas tenían menos de 11 años, señala el INED.

A más de cinco años del movimiento mundial de denuncia de la violencia sexual

Cabe señalar que cuanto más jóvenes son las personas, más dicen haber hablado ya sobre su agresión: el 59,6% de las mujeres y el 52,2% de los hombres de 18 a 24 años frente al 42,4% de las mujeres y el 25% de los hombres mayores de 60 años. años ya han mencionado la violencia sexual sufrida durante la infancia, la mayoría de las veces a uno de sus familiares, detalla el estudio. “Ciertamente hay una mayor facilidad para hablar de este tema y una mejor capacidad para calificar actos de violencia sexual que no eran considerados como tales por las generaciones mayores”, explica Nathalie Bajos, del Inserm.

Sin embargo, esta tendencia entre los más jóvenes a hablar más sobre la violencia sufrida no se observa para las perpetradas por un familiar, señala el estudio. “La violencia incestuosa sigue siendo la más difícil de denunciar por el miedo a no ser creído ya romper la familia”, subraya el sociólogo. Por ello, es “indispensable” facilitar a los niños y adolescentes “el acceso facilitado a personas distintas a las de su círculo familiar” para favorecer el discurso y la atención a las víctimas del incesto, concluye el estudio.

Un punto de vista compartido por Anne Clerc, delegada general de la asociación Face à l’inceste: «Podríamos actuar de una manera muy pragmática, sensibilizando a los niños en la escuela con campañas como las de seguridad vial y contra el tabaco». “Mientras no haya políticas audaces con presupuestos, será insuficiente” para luchar contra esta violencia y sus consecuencias en las víctimas, añade.

A principios de junio, el Gobierno había presentado los ejes de un futuro plan contra la violencia infantil centrado en la violencia sexual, ya considerada “tímida” y “falta de ambición” por las asociaciones.