El gobierno está considerando gravar los boletos de avión más caros. Tras los “superbeneficios” de las concesionarias de autopistas o el combustible de los jets privados, el ejecutivo abre una nueva vía para financiar el plan de 100.000 millones de euros destinado a renovar la red SNCF y anunciado por la primera ministra Elisabeth Borne, a finales de febrero. “La transición ecológica y la transferencia modal del avión al tren también deben pasar por este tipo de dispositivo, explica la comitiva de Clément Beaune, ministro de Transportes, citada por Le Parisien. A priori, una persona que ya paga un precio muy alto por su billete es menos sensible al precio”.
El impuesto, que afectará a priori a los billetes de primera clase y business, debería figurar en el proyecto de ley de hacienda, debatido el próximo otoño en la Asamblea Nacional, y recaudar en torno a “cien millones de euros en el periodo 2023-2027”, según el Ministerio de Hacienda. Transporte. A modo de comparación, el Gobierno espera recuperar “varios miles de millones” con el impuesto a las superganancias de las concesionarias de autopistas. En cuanto a Air France, que acaba de publicar un resultado neto negativo de 344 millones de euros en el 1er trimestre de 2023, destaca que Francia es “el país que ya grava más a las aerolíneas”. La aerolínea asegura que los fondos recaudados se destinan “a la descarbonización del sector” y advierte al Gobierno que, de lo contrario, “estaremos muy por detrás de nuestro objetivo de descarbonización”.
Como recordatorio, en 2020, los transportistas ya habían sufrido un aumento en el impuesto solidario sobre los boletos de avión, conocido como “impuesto Chirac”, creado en 2005 durante el segundo mandato del expresidente de la República. En ese momento, este impuesto ambiental había aumentado de 9 a 18 euros para estos mismos billetes de clase ejecutiva y de 1,5 a 3 euros para los vuelos de clase económica e iba a generar unos 182 millones de euros al año.