Es un flagelo que ahora está alcanzando niveles récord. Según un informe de la JDD, de 32,4 millones de controles realizados en 2022, se identificaron 48.692 estafas vinculadas al Fondo Nacional de Asignación Familiar (Cnaf), un 11,6% más en un año. Estos fraudes salen caros al Estado y suponen 351 millones de euros, frente a los 309 millones de 2021. En detalle, la RSA cubre al 60% de los trabajadores industriales, seguida del bono de actividad al 13%, 12% y el subsidio adulto discapacitado al 3 %
Si estas cifras son asombrosas, en realidad se trata de defraudadores que actúan a sabiendas y no de errores cometidos por los destinatarios. De media, el daño asciende a 7217 euros por estafa, un aumento de 55 euros en un año. Los estafadores redoblan su inventiva para llegar al premio gordo: hackeo de datos bancarios, falsas actividades profesionales, usurpación de identidad, empresas fantasmas o incluso la creación de microempresas.
Para inmovilizar a estos especuladores, el Cnaf multiplica sus controles y cruza sus datos con los de Pôle emploi o centros fiscales. “Nuestros controles tienen como objetivo garantizar la cantidad correcta, es decir, pagar la cantidad correcta con respecto a una situación individual y rectificar errores cuando los haya”, subraya a la JDD Nicolas Grivel, director general de Cnaf. Además de los cheques en línea, la organización también enfatiza los de la vida real. En total, 700 agentes jurados tienen la posibilidad de acudir a los domicilios de los destinatarios. En 2022 se han realizado 134.653 controles in situ, es decir, 10.000 más que en 2021.
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Durante dos años, el estado también ha capacitado a treinta «superinvestigadores» para identificar a los peces gordos. Operan dentro del Servicio Nacional de Fraude de Apuestas y abordan daños diez veces mayores. Estos agentes proceden del Cnaf, pero también de Urssaf o impuestos. En 2022 se realizaron 14.000 comprobaciones, lo que permitió identificar 69,4 millones de euros de pago indebido. “Estos fenómenos de fraude de pandillas organizadas van en detrimento de los destinatarios y socavan la solidaridad nacional”, lamenta Nicolás Grivel.
Para frenar este fenómeno, el ministro de Cuentas Públicas, Gabriel Attal, anunció a principios de semana toda una batería de medidas. Su plan de lucha contra el fraude social prevé en particular que a partir del 1 de julio “no habrá más pagos de prestaciones sociales a cuentas bancarias extranjeras fuera de la Unión Europea”. Los estafadores identificados también pagarán “un 10% más”, a partir del 1 de enero de 2024, “correspondiente a las tasas de administración”.
“Por último, quiero reforzar la condición de residencia para beneficiarse de los subsidios sociales en Francia. Hoy, para beneficiarse de las asignaciones familiares o de la vejez mínima, hay que pasar seis meses al año en Francia, ocho meses para cobrar la APL y nueve meses para la RSA y el bono de actividad. A partir de ahora, para recibir cualquier ayuda social, tendrás que residir nueve meses al año en Francia”, dijo este lunes Gabriel Attal. Medidas que al menos podrían hacer posible que no se registre un nuevo aumento de estos fraudes en 2023, o incluso en 2024.