Arthur Portier es agricultor y consultor en mercados de productos básicos agrícolas.

Por muy buenos que sean, los músicos necesitan un director que interprete su parte y cree una armonía perfecta. Si este director no está destinado a ser el orfebre de cada instrumento, logra dar a cada uno el lugar que se merece para lograr grandes cosas. Es entonces cuando el paralelismo con la finca Francia, tan singular como variado, cobra todo su sentido. Por su tamaño, por su modo de producción, por la convicción de su gerente comercial, por su rotación, por su clima, por sus puntos de venta, las granjas francesas tocan un instrumento diferente. Aunque ricas en su tierra, en su historia y sobre todo en su gente, las granjas francesas se encuentran para muchos en un callejón sin salida, por la falta de visibilidad de cuál será su futuro. Que se encarguen los empresarios, dirán algunos, pero de qué sirve ante la multitud de incongruencias que afectan al campo francés y lo debilitan.

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Glifosato, neonicotinoides, fosmet son ahora nombres conocidos por el gran público, sin que la mayoría conozca su verdadera utilidad. ¿Porque comemos todos los días tenemos derecho a opinar y decidir sobre la conducta de cada finca? ¿Le enseñas al panadero cómo hacer su pan antes de comprarlo? ¿Le dice al médico que tiene bronquitis cuando el médico le dice que tiene una infección de oído? ¿Le dices a tu mecánico cómo arreglar tu coche? Entonces porque ? ¿Por qué la agricultura está sujeta a todos estos debates?

Maestro del tiempo, del medio ambiente, del clima, de la biodiversidad, del suelo y de los alimentos, el agricultor francés juega un papel determinante en la vida de todo ser humano. Algunos lo ven como un filántropo, pero pocos imaginan lo que realmente es, es decir, un líder empresarial. Como cualquier gerente, debe lidiar con un cierto número de incertidumbres, pero sobre todo debe lidiar con el dictado de los tomadores de decisiones que ya no miden el impacto de sus elecciones en el sector francés. Este desfase es el resultado de una falta de visión por parte de ciertos políticos europeos y franceses ya que, una vez más, falta un conductor que aporte cierta armonía y haga de nuestra diversidad una fortaleza.

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El conductor de nuestra agricultura deberá matizar los debates que hoy quieren ser todo negro o todo blanco. El director tendrá que dar un lugar al aspecto legal sin primar sobre el político y el científico, como ocurre hoy. El conductor tendrá que escuchar a la ciencia mientras mide el impacto de tales o cuales informes en nuestra hermosa granja Francia. Cómo en este último ejemplo no destacar la última decisión de la Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria, que data de octubre pasado y tiene como objetivo prohibir cierto proceso de fumigación de las bodegas de los barcos que luego se llenan de cereales. Este proceso solicitado por ciertos clientes internacionales se convertirá entonces en un freno para la exportación de trigo francés en particular. Sin embargo, ¿ANSES ha considerado el impacto de tal decisión en el sector?

De los 35 millones de toneladas de trigo que se producen en Francia, la mitad se exporta a otros países europeos pero también a países que no forman parte de la zona, llamados terceros países. Estos últimos representan una parte considerable en la salida del trigo francés, como lo demuestra esta cifra para 2021, donde el 25% de la producción francesa tomó el camino de las grandes exportaciones. De media desde 2014, Argelia aparece como principal cliente con el 38% de las exportaciones francesas, los países del África subsahariana representan el 17% cuando Marruecos por su parte se sitúa en el 14%. Tales cifras muestran la importancia de las exportaciones en la balanza comercial francesa por un lado, pero también en la necesidad de estos países de abastecerse de una granja francesa, que tiene la suerte de poder producir para ella pero también para otros. Esta garantía de producción y plato lleno para el consumidor final es quizás el origen de los acalorados debates entre cierta parte de la población y el sector agrícola, que se pregunta cada día cómo se le puede acusar de tantos males.

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Exportar, como corto circuito, local, orgánico, arado, siembra directa, agroecología, agroforestería, convencional, no es una mala palabra y tiene un lugar importante en el tablero agrícola del siglo XXI. Dado que el modelo único no es posible ni deseable, debemos devolver la coherencia a la granja de Francia y dar a los jóvenes el deseo de emocionarse ante los muchos desafíos que se avecinan. Aunque los granjeros franceses tienen cada vez menos instrumentos, todavía tienen magníficas partituras para tocar, ¿todavía se necesita un director para crear la armonía que permite a cada músico expresarse brillantemente?