Será, el próximo mes de junio, uno de los dos máximos magistrados del Poder Judicial. Rémy Heitz, actual Fiscal General de París, fue elegido ayer por la Primera Ministra Elisabeth Borne como Fiscal General en el Tribunal de Casación. Sustituirá a François Molins, alto magistrado de fuerte carisma, figura de la Justicia para los franceses desde los atentados islamistas de 2015, gran defensor de la independencia de la justicia que se ha distinguido en los últimos años en una marcada oposición al Ministro de Justicia. Éric Dupond-Moretti, sino también en la defensa de grandes principios, en particular frente a la reforma de la policía judicial.
Rémy Heitz, el nuevo fiscal general del Tribunal de Casación -que aún no ha sido oído por el Consejo Superior de la Magistratura (CSM) para una opinión meramente consultiva- tiene una primera misión: calmar el juego entre un mundo de desangrados judicial y la de los políticos cuya relación con el juez ha continuado tensa en los últimos años. Primer magistrado de las fiscalías francesas, deberá conciliar la defensa del ministerio público y su independencia, a pesar de su vínculo jerárquico con el Estado, restableciendo el diálogo entre el ejecutivo y una justicia que es necesario reforzar como institución.
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Hombre de gran serenidad, poco inclinado a conflictos inútiles, heredó, junto a funciones judiciales, la copresidencia del CSM, en momentos en que la cuestión de la responsabilidad de los magistrados estaba sobre la mesa legislativa. También será copresidente de la junta directiva de la Escuela Nacional de la Magistratura, mientras que el proyecto de contratación de 1.500 magistrados al final del quinquenio implica una reforma de reclutamiento y capacitación.
Nacido en 1963, este experimentado magistrado superior, reconocido por su perfecto conocimiento de la institución, ha tenido una trayectoria impecable y una trayectoria diversificada que sustenta su legitimidad en el mundo judicial. Fue fiscal en Saint-Malo, luego en Metz y más tarde primer presidente del Tribunal de Apelación de Colmar. Entre-temps, il a connu les juridictions de Pontoise, a dirigé le tribunal de grande instance de Bobigny pendant cinq ans, est devenu directeur de la puissante direction criminelle et des grâces (DACG) avant d’être nommé procureur de Paris et procureur général de París. En su haber, la gestión de grandes crisis, empezando por la de los chalecos amarillos durante la cual aguantó el timón en medio de la tormenta sin pestañear. Sin embargo, fue criticado, en la izquierda, por haber hecho el juego demasiado en manos de las fuerzas policiales. También fue él quien, junto al presidente Stéphane Noël, gestionó la crisis de la Covid en 2020 y los sucesivos confinamientos, luego el levantamiento de los magistrados ante sus condiciones laborales.
A Rémy Heitz le espera un primer calvario muy político: el de los recursos de nulidad del Guardián de los Sellos ante la sala penal del Tribunal de Casación, luego su posible remisión al Tribunal de Justicia de la República por toma ilegal de intereses. En esta ocasión, como titular de la fiscalía, aunque no lo haga «in personam», deberá presentar la acusación como fiscal ante el Tribunal de Casación. El Ministro de Justicia está acusado de haberse aprovechado de su cargo para ajustar cuentas con magistrados a los que se había opuesto cuando era abogado.
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Su nombramiento conduce inevitablemente a un juego de sillas musicales en todo el poder judicial superior. Siete candidatos reclamaron este puesto, entre ellos Marie-Suzanne Le Quéau, Fiscal General (PG) de Aix en Provence, Marc Cimamonti, el de Versalles, Frédéric Fèvres, PG de Douai, Jean-Marie Beney, PG de Montpellier, así como Jean -François Bohnert, fiscal nacional financiero. La salida de Rémy Heitz de la fiscalía de París abre este puesto que podría interesar a algunos de los candidatos que no han sido elegidos, incluida la única mujer en la carrera. Al mismo tiempo, abundan los rumores sobre la salida de Olivier Christen del DACG para la fiscalía de Marsella y su posible sustitución por la asesora penal, Laureline Peyrefitte. Predicciones que la Cancillería desmiente.