Fuente de felicidad para unos, raíz de todos los males para otros, el dinero ha fascinado a los artistas desde la Antigüedad. En la Monnaie de Paris, una exposición hasta el 24 de septiembre explora los estrechos vínculos entre el arte y el dinero. “La relación entre el arte y el dinero no puede reducirse a consideraciones económicas”, dijo Jean-Michel Bouhours, comisario de la exposición. Ellos “portan significado y son parte del espacio social. Esto es lo que queremos mostrar”, agregó Marc Shwartz, director de la Casa de la Moneda de París.

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Se exhiben unas 200 obras (pinturas, esculturas, fotografías, pero también monedas). Proceden de colecciones públicas -Museo del Louvre, Museo de Orsay, Centro Pompidou…- pero también de galerías o coleccionistas privados.

Un recorrido cronológico y temático en seis partes lleva al visitante a un recorrido por más de dos milenios de historia en torno al “dinero en el arte”.

La historia está llena de mitos vinculados al dinero y es sobre el de Dánae y la lluvia dorada que abre la exposición, a través de piezas de épocas tan dispares como el «cráter de Beocia», un jarrón que data del 430 a.C., o el impactante autorretrato , “I’ve got it all” de la británica Tracey Emin (2000), que la muestra, con las piernas abiertas, amasando monedas y billetes. En la mayoría de los mitos, el oro es sagrado. De este metal precioso se fabricaron, bajo el reinado del rey Creso (alrededor del -630), las que se consideran las primeras monedas, las creseidas, una de las cuales está expuesta, que han dado su forma circular y a menudo dorada a sus herederos ¿El dinero trae la felicidad? Sólo si se usa sabiamente, según las obras inspiradas en los escritos bíblicos, insistiendo en los beneficios de la caridad y condenando la avaricia, uno de los siete pecados capitales. Sea como fuere, el pintor Jean-François Millet (1814-1875) se esforzó en mostrar que el dinero también genera profundas desigualdades sociales, como en Des Glaneuses (1857), donde contrapone el trabajo de tres campesinos pobres a la abundancia de los segadores en el fondo.

El siglo XIX marcó un verdadero punto de inflexión, con el surgimiento del capitalismo financiero. En el comercio del arte, ya no es la estética del objeto lo que engendra su compra, sino el deseo de poseerlo. “Se abre la página fiduciaria del arte”, explica la exposición, en la que destacan numerosas representaciones de industriales y marchantes de arte. Como este retrato de Paul Durand-Ruel, realizado por Renoir en 1910. En el siglo XX, los artistas proclamaban su interés pecuniario por todas las azoteas, como demuestra el fotomontaje realizado por Philippe Halsman en 1954 sobre Salvador Dalí, sustituyendo su icónico bigote por el símbolo del dólar y rodeando su rostro con una miríada de monedas, titulado «Dalí, ¿Por qué pintas? – Porque amo el arte». Acumular dinero puede ser un objetivo, glorificado o denunciado por los artistas, como también lo atestigua la «Venus con dólares», una escultura de resina realizada por Arman (1970) que representa un cuerpo femenino con multitud de billetes en el pecho. En la última sala, la relación entre el arte y el dinero toma un giro más virtual, con la llegada de las criptomonedas y los NFT. Evidenciado por el video animado «GOT REKT!» de Jon Rafman (2022), con un hombre atrapado en el mercado de criptomonedas durante 4 minutos. Prueba de que aún desmaterializado, el dinero aún alimenta el imaginario colectivo.