La elocuente defensa de Ugo Jil Giménez, alias Papacito, no parece haber convencido del todo a la fiscalía. Ante la 17ª sala penitenciaria, el 28 de febrero, el camarógrafo de identidad se declaró “fraude” por dos vídeos publicados en noviembre de 2022 y mayo de 2023. Atacó duramente al alcalde de la pequeña localidad de Montjoi, en un caso de conflicto de vecindad que involucra al criador. Pierre-Guillaume Mercadal y un rico propietario inglés. Por estos dos vídeos, que supusieron el cierre de su canal de YouTube, Papacito fue multado este viernes 26 de abril con 5.000 euros.

La influencer tatuada, con las tradicionales gafas de sol, fue acusada de “provocación al odio por razón de origen”, “insultos públicos por orientación sexual” y “provocación sin efecto al daño intencionado a una vida empeorada”. Se enfrentaba a hasta siete años de prisión y a una multa de 45.000 euros, pero el fiscal adjunto Cédric Le Grand había solicitado una pena de prisión condicional de seis meses y una multa de 3.000 euros. Sus abogados habían pedido la absolución.

Durante el juicio, la fiscalía indicó que no quería “jugar a ser policía del pensamiento”, pero consideró que Ugo Jil Giménez había “cruzado verdaderamente la línea amarilla”. Para el vicefiscal, Papacito «contribuyó», a través de sus vídeos, a «despertar la implacabilidad que recayó sobre el alcalde» de Montjoi, que había recibido numerosas amenazas de muerte. El influencer se defendió creyendo que él no era responsable de la “recepción” de sus videos. “No controlo lo que la gente entiende. Soy una influencia entre otros”, alegó.

En el primer vídeo, el camarógrafo atacó a los ingleses (“En Occitania, los ingleses son un juego, somos más indulgentes con los jabalíes que con los ingleses”) e hizo referencias a los “maricones” y los “tarlouzes” – como “ir a ver un colega». La fiscalía consideró estos comentarios como insultos homofóbicos. El interesado se defendió invocando “un estilo muy rugby” y una “palabra ligada a un entorno y a una región”, el Suroeste.

El segundo vídeo, mucho más evocador, mostraba a un equipo de mercenarios reunidos para capturar a “una comadreja masónica protegida por la República”, asimilada al alcalde de Montjoi Christian Eurgal. En esta secuencia, un actor disfrazado de comadreja interpreta al concejal, que es molestado y finalmente asesinado a tiros, antes de que uno de los extras simule una sodomía. En el bar, Papacito había argumentado la presencia de dos comadrejas distintas: “Está la comadreja municipal, el alcalde de Montjoi, y una comadreja rural que es una alegoría de la corrupción republicana”. Según él, fueron estos últimos quienes sufrieron los abusos de los “mercenarios”.

Desde el inicio del juicio, Ugo Jil Giménez había anunciado el color. “No vengo a enmendar mis costumbres, vengo a explicarme”, dijo. El hilo conductor de su discurso de más de una hora se puede resumir en una frase: “Me parece obvio que el mundo del gadriole se identifica inmediatamente con la música, los efectos sonoros y la invocación de una divertida mascota”. Pero el fiscal adjunto no lo vio así. “La libertad de expresión no es la libertad de decir nada, y el humor hay que hacerlo con respeto a las personas”, insistió.

¿Esta condena, la primera, “señalará el final del juego” para Papacito, como pidió el abogado del alcalde de Montjoi? Nada es menos seguro. A principios de abril, el camarógrafo creó un nuevo canal en YouTube y difundió un tercer vídeo en apoyo al criador Pierre-Guillaume Mercadal. En un tono mucho más sobrio, relata y filma la muerte de los 103 cerdos lanudos del criador, que tuvieron que ser sacrificados tras contraer una enfermedad.

Los dos hombres sospechan abiertamente de un «envenenamiento» que, según ellos, estaría directamente relacionado con el asunto Montjoi. Ninguna evidencia pudo jamás respaldar sus acusaciones: como los animales dieron positivo en las pruebas de la enfermedad, no se les realizó la autopsia. Pero la acción de Papacito no debe quedar ahí. Como afirmó durante su juicio: “No soy una persona conciliadora, me gusta el antagonismo y la confrontación”.