Le Figaro Burdeos
Para hacer frente a los veranos abrasadores, que el cambio climático solo empeorará, las grandes ciudades se ven obligadas a volverse ecológicas. Burdeos, donde el termostato ya supera a veces los 40 grados, no es una excepción. Sin embargo, según un informe del Institut Montaigne (organismo independiente de tendencia liberal), la ciudad tiene artificialidad 1,2 hectáreas desde 2020, tres veces más que en años anteriores. Una cifra, no obstante, a poner en perspectiva a la luz de los grandes proyectos inmobiliarios heredados de la anterior legislatura.
«En todos los nuevos permisos de construcción emitidos, no hay nueva artificialización, todas las tasas de artificialización provienen de las operaciones de planificación urbana que heredamos: Bastide Niel, Brazza y especialmente Euratlantique», explica Pierre Hurmic, el alcalde ambiental de Burdeos. Como parte de la operación Euratlantique, el proyecto de desarrollo más grande de la metrópoli, en varios municipios, el municipio también «limitó la tasa prevista de artificialización» financiando más de una hectárea de jardín, para reducir el hormigón.
«Los permisos de construcción tienen una validez de tres años», subraya además Pierre Hurmic. “Todos estos edificios en proceso de escalar y hormigonar la ciudad, por lo tanto, provienen de permisos emitidos por nuestros predecesores”. Aunque el Institut Montaigne no diferencia entre proyectos nuevos y antiguos, la organización reconoce que “esta aceleración de la artificialización no puede atribuirse totalmente al nuevo mandato, ya que pueden haber sido proyectos iniciados durante el mandato anterior”. Bordeaux Ensemble, el grupo de oposición de centro y derecha al ayuntamiento, afirma sin embargo que «cuando Pierre Hurmic afirma que ha puesto fin a la artificialización del suelo en nuestra ciudad, no deja de ser mentira».
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Más allá del aumento de la artificialización, el Institut Montaigne cree que Burdeos «muestra su capacidad de resiliencia y ejemplaridad», con la puesta en marcha de un plan de sobriedad energética que prevé una caída del consumo del 12% (2,8 millones de euros), el aumento del presupuesto dedicado a la renovación de los edificios municipales (58 millones de euros en 2023) y la votación de un «presupuesto para la ola de calor» de 200.000 euros. Finalmente, Burdeos tiene como objetivo alcanzar el 41% de autonomía energética para 2026 (frente al 4% en 2020) con la instalación de 60.000 m² de paneles solares en edificios municipales.
«Los resultados de nuestra operación atestiguan los esfuerzos de la ciudad de Burdeos, tanto en términos de finanzas públicas como de acción ambiental», escribe también el Institut Montaigne. Pero para hacer frente a la emergencia climática, el consistorio ambiental debe sacar la chequera. “El municipio clasifica el 18% del gasto de inversión en el tema ‘adaptación de la ciudad a los desafíos ambientales’”, subraya el instituto. Ya sea en Burdeos o en la metrópoli, “la tasa de crecimiento del gasto “verde” es superior a la del presupuesto global”, detalla la organización liberal. Un aumento que, por tanto, puede “explicar en parte la aceleración del ritmo de gasto en estas dos comunidades de 2020 a 2023”.
También es a nivel de la billetera que el Instituto Montaigne advierte a la comuna de Gironde. “Queda un punto de atención en materia de finanzas públicas, dada la ratio de endeudamiento, cuya trayectoria ha aumentado significativamente respecto a la anterior legislatura”. En marzo, el ayuntamiento aumentó el impuesto predial, del que depende en un 57% para sus ingresos de explotación. Una opción defendida por el municipio para “mantener la ambición de su programa de transición”, al decidir “combinar la seriedad de la gestión presupuestaria y el mantenimiento de un programa ofensivo de desarrollo del servicio público, aunque sea caro”.