«Obviamente jugamos demasiados partidos, no es una sorpresa para nadie». Fichó a Aurélien Tchouaméni, centrocampista del Real Madrid y de la selección francesa. Antes del Holanda-Francia del pasado mes de octubre, el joven de 23 años advirtió de los riesgos de una agenda sobrecargada para la salud de los deportistas.

Un discurso lamentablemente premonitorio. El exjugador del Burdeos y del Mónaco sufrió una fractura por estrés en el pie izquierdo unas semanas después, durante el Clásico contra el Real Madrid. Para compensar su ausencia de los Blues, Didier Deschamps contó en particular con Eduardo Camavinga y Warren Zaire-Emery. Omitido. El primero abandonó el rally antes de Francia-Gibraltar, víctima de una rotura de ligamento de la rodilla en un entrenamiento. El segundo no volverá a jugar en 2023 por un esguince de tobillo, cuando venía de celebrar con un gol su primera selección.

Leer tambiénEquipo francés: Warren Zaire-Emery, goleador y lesionado, dejó su huella

Los Tricolores están lejos de ser las únicas víctimas de esta tregua internacional, que (ni siquiera) aún no ha terminado. Vinicius (Brasil), Gavi (España), Rashford (Inglaterra), Onana (Camerún), Haaland (Noruega), ter Stegen (Alemania) están todos sobre el tapete, con lesiones más o menos graves. Sin embargo, no es por falta de aviso. Entre campeonatos nacionales, copas, competiciones europeas y selecciones nacionales, los jugadores viven un ritmo infernal.

“Hoy en día, es raro tener una semana con un solo partido”, afirma Aurélien Tchouaméni. Esto resulta en lesiones. Corresponde a las autoridades y a los jugadores golpear la mesa con los puños, tenemos la impresión de que las cosas no van a mejorar con las nuevas competiciones previstas para el futuro. Para un jugador es prácticamente imposible jugar 80-90 partidos. Hay que hacer algo. Cuando es demasiado, se convierte en un problema”.

Lo mismo cuenta su entrenador, Didier Deschamps, para quien “los calendarios están sobrecargados, con un ritmo altísimo, tiempos de recuperación y preparación cada vez más cortos”. Su homólogo Pep Guardiola cree que «si todos los jugadores decidieran decir ‘Stop’, las cosas quizás cambiarían». El técnico español del Manchester City recuerda un hecho fundamental, que podría influir en la posición de las autoridades: “En esta profesión, el espectáculo debe continuar. Sin Pep continúa, pero sin los jugadores el espectáculo no continuará. La FIFA o la UEFA quizás reaccionarían un poco si eso sucediera”.

Lea también Tráfico griego, retraso en el entrenamiento, gol sin portería: la improbable previa al partido de los Bleus… que molestó a Deschamps

La FIFA todavía parece alejada de este tipo de consideraciones. Prueba de ello es la organización del Mundial de 2022 a mediados de la temporada pasada (del 20 de noviembre al 18 de diciembre). Esto ha aumentado la gravedad de las lesiones que sufren los futbolistas que juegan en las cinco grandes ligas, según un estudio del grupo asegurador Howden. El tiempo de inactividad promedio aumentó de 11,35 días a 19,41.

Para los clubes, las consecuencias de esta masacre no son sólo deportivas, sino también económicas. El estudio constata un aumento del 30% en los gastos desde finales de 2022, para compensar la pérdida de heridos. Un reglamento de la FIFA también le exige compensar a los equipos cuando un jugador está lesionado durante más de 28 días. La indemnización asciende aproximadamente a 20.000 euros por día de ausencia. Una suma, sobre todo este otoño con el espectacular número de lesionados. Pero es una gota en el océano para la FIFA, que no debería revisar sus planes en el corto plazo.