¡Y el estadio olímpico Alassane-Ouattara de Abiyán literalmente explotó! Costa de Marfil ganó este domingo la 34ª edición de la Copa Africana de Naciones, dominando en la final a Nigeria en casa (2-1). William Troost-Ekong abrió el marcador para las Super Eagles (38.º), pero Franck Kessié empató para los Elephants (62.º), antes de marcar la diferencia gracias a Sébastien Haller (81.º) al final del partido. Hasta entonces, Costa de Marfil no había marcado un gol en cuatro finales disputadas, es decir, más de 480 minutos. Este domingo consiguió su tercer título en la competición tras los de 1992 y 2015.

Seleccionados por última vez como mejores terceros, a pesar del desastre contra Guinea Ecuatorial (4-0) en la fase de grupos, los marfileños fueron despertados por el ex asistente Emerse Faé, que sustituyó a Jean-Louis Gasset como entrenador antes de los octavos de final. Sus jugadores vencieron a Senegal (1-1, 5 tab a 4) y Mali (2-1 ap), marcando cada vez en los momentos finales, como protegidos por los dioses del fútbol. En semifinales, dominaron mejor su tema para vencer a la República Democrática del Congo (1-0), con un gol de Sébastien Haller, su delantero que llegó lesionado y que se había perdido toda la primera ronda.

Cerca del precipicio en numerosas ocasiones durante “su” CAN, Costa de Marfil no pareció inhibida por lo que estaba en juego al inicio de esta gran final. De lo contrario. Los Elefantes presionaron a las Súper Águilas desde el inicio, ofreciendo una cara conquistadora y ofensiva. Sólo faltaba un gol para validar el gran momento local: Gradel (21.º) y Adingra (34.º) estuvieron cerca de marcar la diferencia.

Bajo presión, Nigeria se mantuvo tranquila y compacta en defensa, tranquilizada también por su portero Nwabali. Al igual que su torneo, las Super Eagles no estaban necesariamente allí para montar un espectáculo. Eficiencia y oportunismo como consignas. En el primer córner de su equipo, el capitán William Troost-Ekong, que ya marcó de penalti contra Costa de Marfil en la fase de grupos y luego en la semifinal contra Sudáfrica, inundó el estadio olímpico de Abiyán con un potente cabezazo (38º). Entonces se presentó un nuevo escenario para los marfileños. El de perseguir el marcador y el cronómetro tras un período de dominio no realizado.

Y como en las tres rondas anteriores, los protegidos de Emerse Faé volcaron la mesa. Ellos lograron su destino. Sin entrar nunca en pánico, los Elefantes volvieron al ataque para, finalmente, encontrar el fallo en una defensa hasta ahora hermética pero demasiado expuesta. Nwabali y su defensor Bassey no pudieron acumular milagros. Ya decisivos en las semifinales, Kessié y Haller asumieron el papel de héroes. El centrocampista empató, también de saque de esquina, ante el espectáculo del delantero del Dortmund, goleador heroico con un gesto elegante a un centro del hombre del partido, Simon Adingra.

El estadio olímpico de Abiyán podía rugir de alegría, ante sus jugadores que parecían tocados por la gracia. Favorita al inicio de la competición, Costa de Marfil finalmente cumplió con las expectativas de todo un pueblo. Tomando un camino que nadie podría imaginar. No importa, el trofeo está en la vitrina, al final de una edición histórica de la Copa Africana.