Le Figaro Niza
El esta en todos lados. En los montes y matorrales, en parques y jardines, en caminos sinuosos e incluso en cementerios, donde su presencia es un soplo de vida donde no la hay. ¿Cuántos pintores la han convertido, al menos en un lienzo, en su musa verde? Van Gogh, Monet, Matisse… Sí, en Provenza-Alpes-Costa Azul, el olivo está por todas partes. Pero hay uno que destaca de todos los demás, y con diferencia. Firmemente arraigado al borde de un camino que domina el mar, el olivo milenario de Roquebrune Cap Martin, cerca de Niza, es casi una reliquia. Considerado el árbol más antiguo de Francia, se cree que tiene nada menos que 2000 años. O tanto como Cristo, que, la víspera de su pasión, fue al Huerto de los Olivos a orar.
Con una circunferencia de 23,5 metros y una altura de 15 metros, este extraordinario árbol creció en los cimientos de una antigua muralla. Tanto es así que la piedra y sus pesadas raíces se entrelazan y parecen una sola. En 2016, el olivo también fue reconocido como árbol singular por la asociación ARBRES. Y no fue su edad lo que lo volvió estéril. El follaje sigue siendo abundante, al igual que su producción de pequeñas aceitunas negras de la variedad “pichoulina”.
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Este tesoro vegetal fue seleccionado el miércoles entre numerosos congéneres repartidos por los cuatro rincones de Provenza, incluido un roble de Vence (Alpes Marítimos), para representar a la región PACA en el concurso “Árbol del año”, organizado por la revista Terre Sauvage. . Fueron los estudiantes de la Escuela Internacional PACA de Manosque quienes lo vieron como parte de un proyecto ambiental y propusieron su candidatura. A lo que el alcalde de Roquebrune Cap Martin, Patrick Cesari, expresó inmediatamente su opinión favorable.
El olivo de Roquebrune competirá con otras joyas como tilos, robles, higueras y otros castaños. Este último, que representa el País del Loira, diez siglos más joven, también formaría parte de los árboles milenarios.
