Dos piratas informáticos, que lanzaron una vasta campaña de correo electrónico de chantaje mediante «sextape» utilizando el malware «Varenyky», en 2019, fueron condenados el jueves en París a tres años de prisión, uno de los cuales está cerrado. El presidente de la sala 13 del tribunal penal consideró que Jordan R. y Augustin I., ambos de 25 años, habían participado de manera “similar” en los hechos y que por tanto debían ser condenados a la “misma pena”: tres años de prisión, dos de los cuales están suspendidos en libertad condicional.

Cumplirán la pena de prisión bajo brazalete electrónico, añadió el mandatario. Agustín I., ya cumplió diez meses de prisión preventiva.

Los piratas informáticos fueron declarados culpables de acceder y mantener un sistema automatizado de procesamiento de datos y de blanqueo de capitales (delito por el que se descartaba la agravante de “banda organizada”). El tribunal reclasificó el delito de extorsión e intento de chantaje y tentativa, como había argumentado la defensa. El fiscal había solicitado seis meses de prisión contra Jordan R. y un año de prisión contra Augustin I.

Los dos piratas informáticos, que eran amigos y vivían en parte en Ucrania en el momento de los hechos, fueron detenidos en septiembre y diciembre de 2019. Aparecieron en libertad del 25 al 27 de septiembre por haber desarrollado el software “Varenyky” para infectar una red. de computadoras para usar sus direcciones IP.

A partir de ahí, se enviaron automáticamente correos electrónicos en francés a miles de direcciones de Orange, amenazando a los internautas con difundir vídeos de ellos viendo películas pornográficas si no pagaban un rescate en bitcoins…

Inicialmente, el chantaje se habría basado únicamente en un farol. Pero el programa informático permitió activar las cámaras web para filmar a los internautas sin su conocimiento, en cuanto detectó determinadas palabras clave pornográficas en la barra de búsqueda. Para sus abogados, era difícil, si no imposible, atribuir con precisión un único correo electrónico amenazador recibido por una víctima a los dos coacusados, ya que los investigadores no lo habían clasificado con antelación.

Los dos piratas informáticos confesaron haber iniciado su campaña en 2018, pero solo fueron juzgados durante el período comprendido entre enero y junio de 2019. En la audiencia, contaron cómo convirtieron el dinero recibido en billeteras digitales en efectivo. Se disculparon y dijeron que habían madurado y se habían dado cuenta del impacto psicológico que podrían haber tenido sus correos electrónicos.

Destacando sus «competencias» en informática, el presidente no quiso poner en peligro su futuro profesional al no pronunciar una prohibición de trabajar en este sector de actividad, subrayó al pronunciar la sentencia.

Su condena quedará registrada en el boletín número 3 de sus antecedentes penales, al que un empleador privado no puede tener acceso. “Dependerá de ustedes explicarse” en futuras entrevistas de trabajo, les dijo. Jordan R. y Augustin I. también fueron condenados a una multa suspendida de 20.000 euros. También tendrán que indemnizar a unas cuarenta partes civiles, la mayoría de las cuales recibirán 600 euros por daño moral.

Muchas personas habían denunciado ante los tribunales, pero el tribunal desestimó a un gran número de ellas, al considerar que no se podía establecer ningún vínculo entre los correos electrónicos recibidos y los dos piratas informáticos.

Su condena a la misma pena «es un reequilibrio con una corresponsabilidad que nos parece más justa», se congratuló Jean-Laurent Panier, abogado de Augustin I.

Hubo «divisiones de diferentes tecnicismos» entre los dos hombres pero «que resultaron en un proyecto común», señaló. Los abogados de Jordan R., Guillaume Halbique y Raphaelle Rischmann, se mostraron encantados con la reclasificación como chantaje y con el rechazo de las solicitudes de «muchas partes civiles».

Sin embargo, consideraron, “la sentencia sigue siendo criticable en ciertos puntos, en particular porque “cambió el nombre” de los hechos que tenía ante sí. «Al actuar de esta manera, el tribunal modificó su remisión, lo que representa un grave ataque al derecho a un proceso justo», explicaron los señores Halbique y Rischmann, que estudian con su cliente «la posibilidad de presentar un recurso de apelación».