Tiene su estatua en Central Park en Nueva York, una película de animación a su gloria, y ahora, un estudio científico dedicado: el ADN del perro de trineo Balto, uno de los cánidos más famosos de Estados Unidos, fue analizado 90 años después. su muerte, y arroja luz sobre su legendaria resistencia.

En 1925, Balto participó en una expedición a Alaska denominada «carrera del suero». El objetivo era salvar a los habitantes de un pequeño pueblo, ubicado en una zona muy remota, llevándoles un medicamento contra la difteria. En medio de la ventisca ya pesar de las temperaturas extremas, Balto lideró el grupo de perros de trineo que recorrió las últimas decenas de kilómetros.

Relleno después de su muerte en 1933, ahora se encuentra en exhibición en el Museo de Historia Natural de Cleveland. «La fama de Balto y el hecho de que estaba disecado nos da esta gran oportunidad, 100 años después, de ver cómo era genéticamente esta población de perros de trineo y compararla con los perros modernos», explicó en un comunicado de prensa Katherine Moon, investigadora de la Universidad de California en Santa Cruz y autor principal de este estudio publicado el jueves en la revista Science.

Los científicos tomaron muestras de la piel de su vientre y reconstruyeron su genoma. Lo compararon con el genoma de más de 680 perros modernos, que representan 135 razas.

Contrariamente a la leyenda de que Balto era en parte lobo (y como sugiere la película animada de Universal Pictures de 1995), el análisis no ha identificado antepasados ​​de lobos. Balto comparte ascendencia común con los perros esquimales siberianos actuales y los perros de trineo de Alaska y Groenlandia.

Los científicos también compararon su herencia genética con el alineamiento del genoma de 240 especies de mamíferos, realizado en el marco de una colaboración internacional llamada Proyecto Zoonomía. Esta técnica ayuda a determinar qué partes del ADN son iguales en todas las especies y, por lo tanto, no han cambiado durante millones de años de evolución. Esta estabilidad indica que se trata de áreas con funciones importantes, y que las mutaciones a su nivel podrían ser peligrosas.

Resultado: Balto tenía menos variaciones potencialmente peligrosas que las razas de perros modernas, lo que indica una mejor salud. «Balto tenía variantes en los genes relacionados con cosas como el peso, la coordinación, la formación de articulaciones, el grosor de la piel, lo que tiene sentido para que un perro criado prospere en ese entorno», señaló Katherine Moon.

Finalmente, el estudio buscó reconstruir su apariencia física a partir de su genoma, con resultados en línea con las fotos históricas que tenemos de él y sus restos preservados. Balto tenía una altura de hombros de 55 cm y un abrigo negro con un poco de blanco.

“Este proyecto les da a todos una idea de lo que comienza a ser posible a través de comparaciones con genomas de calidad creciente”, dijo Katherine Moon. “Estas son cosas que nunca hemos hecho antes. Me siento como un explorador, y nuevamente Balto está liderando el camino”.