“La violencia en Sudán es una tragedia” y “debe detenerse”, dijo Joe Biden en un comunicado el jueves, agitando la amenaza de sanciones mientras los combates continúan en Jartum.

El presidente dice que firmó una orden ejecutiva que fortalece los poderes sancionadores del gobierno de EE. UU. contra “individuos que amenazan la paz, la seguridad y la estabilidad de Sudán; que socavan la transición democrática; que utilizan la violencia contra los civiles; y que cometen graves violaciones a los derechos humanos”.

Joe Biden también renueva en este comunicado de prensa su llamado a un “alto el fuego duradero” entre el ejército y los paramilitares. La directora de inteligencia de EE. UU., Avril Haines, advirtió el jueves en una audiencia en el Senado que se espera un conflicto «prolongado» porque «ambas partes creen que pueden ganar militarmente y tienen pocas razones para sentarse a negociar».

Al igual que otros funcionarios internacionales, advirtió que los combates podrían causar «flujos migratorios masivos y necesidades de asistencia en la región». El conflicto en Sudán entró este jueves en su vigésimo día, pese al anuncio de una nueva tregua hasta el 11 de mayo, y la capital, Jartum, se vio sacudida por disparos y explosiones.

Desde el 15 de abril, la guerra entre el ejército del general Abdel Fattah al-Burhane y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR), del general Mohamed Hamdane Daglo, ha causado alrededor de 700 muertos, según la ONG ACLED que enumera las víctimas de conflicto. Los combates también dejaron más de 5.000 heridos. Al menos 335.000 personas han sido desplazadas y 115.000 obligadas a exiliarse, según la ONU.