Operación de transparencia. Al igual que su ilustre predecesor Nicolas Sarkozy, Gérald Darmanin sabe manejar maravillosamente la comunicación. Se sabe de memoria sus clásicos: cualquier líder político, con ambiciones nacionales asumidas, debe romper la armadura. Y revelar una parte íntima. Mientras que la opinión pública sólo conoce su disfraz de primer policía de Francia, con su declarada firmeza, el inquilino de la plaza Beauvau ha decidido revelar otra de sus facetas. La que se relaciona con el particular y su familia.

En la edición del jueves de Paris Match, el Ministro del Interior aparece relajado, sin corbata, junto a su esposa Rose-Marie Devillers y sus dos hijos pequeños, Max-Emilen y Alec, nacidos respectivamente en 2021 y 2022. Vemos, entre otros, El electo de Tourcoing (Norte) baja las escaleras del ministerio con su mayor, una bicicleta infantil en la mano. O enséñeles geografía a sus hijos pequeños frente a un gran planisferio.

Si Gérald Darmanin pretende “pensar en el presente, no en las elecciones presidenciales”, su enfoque da la sensación contraria. Su familia, «unida, apacible y sólida», que es «la más protectora de las burbujas», «le ayuda increíblemente a aguantar» en sus funciones. Del cual él “no es dueño”. Siendo «muy exigente la gestión de los asuntos del país», obtiene de sus seres queridos «una fuente de esperanza y de energía». Una “fuente” que detalla en algunos momentos de la vida: “Poder tomarse unos minutos durante el día para llevar a tus hijos al colegio o a la guardería, compartir una comida con ellos, aunque eso signifique volver a bajar a trabajar en la oficina.» “La felicidad de (sus hijos) es suya”, afirma.

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En cuanto a su pareja, con la que se casó en el verano de 2020, Gérald Darmanin la describe como “la que mejor lo conoce”. “Las conversaciones entre nosotros son francas, ambos somos discretos y muy unidos (…) A pesar de las limitaciones de la vida política, no podemos vivir el uno sin el otro”, confiesa. También fue la ocasión para que el ministro, de 41 años, hablara de su origen modesto y del papel de su madre en su vida: «De origen mediterráneo», ella «sigue queriendo ‘alimentarlo’ y todavía le pone 10 euros en el bolsillo”. “Mi madre me crió sola. Conocía a mi padre, nuestras relaciones eran fuertes pero distantes (…) Nunca nos faltó nada gracias a ella”, afirma.

Aunque las noticias recientemente giran en torno a la crisis agrícola o las elecciones europeas, Gérald Darmanin juega a la contraprogramación. Y despliega su propia partitura. En primera plana, el ministro llega incluso a su despacho, sonriendo y con uno de sus hijos en el regazo. Lo que recuerda a los años 2002-2007, cuando su mentor político, Nicolas Sarkozy, apareció, también en Interior, en la misma revista junto a su entonces pareja, Cécilia, y su hijo menor, Louis. Que se instaló bajo el escritorio de su padre, utilizando los códigos de una célebre foto de John Fitzgerald Kennedy y su hijo, JFK Jr, en el Despacho Oval, en 1963. Manera de presentar la imagen de una familia unida en torno a un ministro impetuoso en plena conquista de poder.

Una comunicación cuidada que, en su momento, encontró eco en la opinión pública de cara a las elecciones presidenciales. Por lo tanto, cualquier parecido con 2024 no sería fortuito… Sobre todo porque Gérald Darmanin cita a su vez el valor del «trabajo», las «reglas» de Francia que deben respetarse y la «búsqueda del romance nacional» como elementos de su software ideológico. De Sarkozy 2007 en el texto. “Tranquilo, decidido” y “bien en su lugar”, el ministro deja pocas dudas sobre sus aspiraciones elíseas. Pone una nueva pequeña piedra en el camino hacia 2027: “Mi mayor fracaso sería fracasar en el honor, es decir en la idea que tengo de servir a mi país”. “Gana el que tiene más carácter, más energía, el más sincero”, se entusiasma el inquilino de la plaza Beauvau. «Los franceses son muy políticos».