Le Figaro Burdeos

Los restos de comida de todos los habitantes de la metrópoli pronto deberían utilizarse como fertilizante o para calefacción gracias al gas procedente de la metanización. En dos semanas, cae el hacha de la ley antirresiduos para una economía circular (ley AGEC). Promulgado en febrero de 2020, prevé en particular hacer posible la clasificación en origen de los desperdicios de alimentos procedentes de particulares en toda Francia, antes del 1 de enero de 2024. Las comunidades han tenido varios años para “estudiar e identificar las soluciones más eficaces y pertinentes”, pero En Burdeos, como en otros lugares, el abono no está maduro.

“No nos quedamos con los dos pies en el mismo zapato”, explica Patrick Labesse, vicepresidente de Bordeaux Métropole, responsable de la recogida, clasificación y valorización de los residuos. Afirma que la comunidad estaría “aproximadamente en línea con el promedio nacional de las grandes ciudades”. Desde 2014, la metrópoli distribuye gratuitamente compostadores individuales, principalmente en zonas residenciales. “Entre 2022 y 2023 hemos duplicado la distribución de compostadores”, subraya el electo, con más de 10.400 contenedores distribuidos en un año. “La idea es lograr que más del 50% de los pabellones estén equipados con compostadores individuales”.

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Una solución ideal para viviendas como casas individuales con jardín, pero que dista mucho de cubrir la producción de biorresiduos de los 800.000 habitantes de los 28 municipios de la conurbación. Además de estos equipos individuales distribuidos a particulares, la metrópoli también ha instalado numerosos compostadores compartidos. “No sólo vamos a aumentar su número, hasta llegar a 400 compostadores compartidos en 2024, sino que los estamos profesionalizando”, explica Patrick Labesse, con el despliegue de agentes metropolitanos para facilitar la apropiación de estos contenedores.

Dentro de la circunvalación, “donde es difícil instalar compostadores”, la metrópoli instalará terminales para el aporte voluntario de biorresiduos. A diferencia de los compostadores, estos serán colectivos, con un terminal para unos 150 hogares, que se abrirá mediante una tarjeta. “Los residentes vendrán voluntariamente a depositar sus residuos, que serán recogidos dos veces por semana por un proveedor de servicios”, explica Patrick Labesse. Este sistema fue probado en Mérignac, con siete terminales que por sí solas “permitieron retirar casi dos toneladas de residuos al mes de los contenedores negros”. Sin embargo, este mecanismo sólo se ampliará a toda la metrópoli de forma gradual, hasta 2026. “El objetivo final es tener entre 1.700 y 2.000 terminales de residuos de alimentos en la metrópoli”. A partir de 2024, las ciudades de Floirac, Bègles y Brujas ya deberían estar equipadas con ellos.

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Por último, desde el 1 de diciembre, tres terminales móviles funcionan en el centro de Burdeos (rue Paul Bert, plaza Jean Bureau y rue Arnaud Miqueu). Dos horas al día, de lunes a sábado, estas terminales arrastradas por bicicletas permiten a los bordeleses recoger gratuitamente un “biocubo” para almacenar sus restos de comida o depositar sus residuos orgánicos. Un dispositivo experimental, pero que permite reducir el volumen de los contenedores de basura de los voluntarios de Burdeos entre un 30 y un 40%. Para Patrick Labesse, la valorización de los biorresiduos sólo tendría “ventajas”. Incinerarlos era desperdiciar energía porque “están hechos esencialmente de agua”. Dejándolos degradar al aire libre, es posible producir compost para enriquecer el suelo y, en un ambiente libre de oxígeno, producir calor mediante un proceso de metanización.

Aunque no tiene riesgos ni olores (si se realiza en buenas condiciones) y es posible separar los restos de comida incluso sin tener jardín o balcón (colocándolos en un biocubo antes de ponerlos en un compostador o terminal). ), puede ser necesario capacitarse para entender cómo funciona el compost y buenas prácticas para evitar inconvenientes. La asociación Au ras du sol, por ejemplo, organiza 70 sesiones de formación en 2023. “La idea es sensibilizar al máximo a la gente y también plantear la cuestión de otros residuos. El compost es la puerta de entrada para reducir la producción de residuos”, recuerda Patrick Labesse. Cada francés produce una media de unos 250 kg de residuos domésticos. Sin embargo, según un informe de 2022 del Tribunal de Cuentas, el 80% de ellos podrían valorarse.