Mientras su país atraviesa una importante crisis económica, el canciller alemán Olaf Scholz rechazó categóricamente el sábado cualquier reducción del gasto social en el contexto del dolor de cabeza presupuestario no resuelto de su gobierno de coalición.

Una sorprendente sentencia del Tribunal Constitucional Federal de mediados de noviembre, que deja un agujero de 60 mil millones de euros en los planes del gobierno, coloca al gobierno ante «una tarea muy difícil», declaró la canciller alemana en el congreso del partido socialdemócrata (SPD). ) en Berlín, donde se esperaba con impaciencia su intervención. Las conversaciones continúan con dificultad con los dos partidos aliados, los liberales del FDP y los Verdes, pero «en tal situación, no habrá desmantelamiento del Estado de bienestar en Alemania», insistió la canciller.

Además de la oposición, la Unión Conservadora (CDU-CSU), el partido aliado FDP también ha pedido recortes en el sector social, mientras que las discusiones sobre el presupuesto de 2024 están estancadas. La sentencia del Tribunal de Karlsruhe obligó al Gobierno a adoptar un presupuesto suplementario para 2023, mientras que el del año próximo, para el que aún queda por cubrir un déficit de 17.000 millones, ya no podrá ser aprobado antes de finales de año por el Bundestag y el SPD. dijo la diputada Katja Mast esta semana.

El margen de maniobra fiscal del Gobierno se reduce, viéndose obligado a reexaminar sus planes de gasto público -como grandes subvenciones a la economía y ayudas sociales- tras ser censurado por el juez supremo. El canciller no se pronunció específicamente sobre el estado de las negociaciones con los socios de la coalición, pero su intención es «dar a la gente confianza en que tendremos éxito». Según él, no se trata de una “tarea insoluble”, añadió en un discurso que duró unos cuarenta minutos.