Un desaire para el gobierno. Remitido en sumario por el movimiento ecologista Les Levantamientos de la Tierra, el Consejo de Estado suspendió este viernes 11 de agosto su disolución pronunciada por el Ejecutivo el pasado 21 de junio. “Los jueces de los sumarios consideran que existe una seria duda en cuanto a la calificación de provocación a los actos violentos contra las personas y los bienes retenidos por el decreto de disolución”, justificó el Consejo de Estado en una nota de prensa.
Los jueces del máximo tribunal administrativo debatieron este martes la suspensión cautelar presentada por el movimiento ecologista a finales de julio durante una larga audiencia de tres horas, y habían puesto su decisión en consulta. Este recurso de urgencia suspende pero no anula el decreto tomado en Consejo de Ministros el pasado 21 de junio: no presagia el veredicto final, debiendo aún decidir el Consejo de Estado sobre el fondo. La decisión final se tomará “rápidamente, probablemente en otoño”, escribe el máximo tribunal administrativo en su decisión.
En detalle, el Consejo de Estado ha validado los dos criterios que deben cumplirse en el marco de una suspensión cautelar. «La disolución de los Levantamientos de la Tierra infringe la libertad de asociación y crea una situación de emergencia para los peticionarios», se puede leer en el comunicado de prensa que concluye que «la primera condición necesaria para ordenar la suspensión [la emergencia, Nota del editor] es cumplido».
El Consejo de Estado también validó el segundo criterio, que es el de la existencia de «dudas serias» sobre la legalidad del acto administrativo en cuestión. En este caso, “ni los documentos que obran en el expediente, ni los intercambios durante la audiencia, permiten considerar que el colectivo avala en forma alguna actos violentos hacia las personas”, juzgó el Consejo de Estado, que también considera que el “ acciones promovidas por los Levantamientos de la Tierra que han derivado en ataques a la propiedad, que forman parte de las posiciones adoptadas por este colectivo a favor de iniciativas de desobediencia civil, de las que reivindica el carácter simbólico, fueron limitadas en número». Este fue uno de los argumentos esgrimidos por el ministro del Interior, Gérard Darmanin, para exigir la disolución de los Levantamientos de la Tierra.
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Los Levantamientos de la Tierra, cuyo llamamiento fue apoyado por varias asociaciones y partidos, entre ellos EELV y LFI, lleva varios meses enfrascado en un enfrentamiento legal con el gobierno. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, había anunciado que serían disueltos ante la Asamblea el 28 de marzo, después de la violencia durante la manifestación contra las megacuencas en Sainte-Soline.
Tras varios meses de vacilaciones en la jefatura del Estado, el decreto de disolución fue finalmente adoptado por el Consejo de Ministros el pasado 21 de junio. El gobierno afirmó allí que «al amparo de defender la preservación del medio ambiente», la nebulosa de asociaciones alentaría «la comisión de sabotajes y daños materiales, incluso con violencia».
En la audiencia del martes, la representante del Estado, Pascale Leglise, directora de libertades públicas y asuntos jurídicos del Ministerio del Interior, habló de «llamadas a quemarlo todo» y «tutoriales» para destruir tuberías, al considerar que los actos cometidos por el colectivo “ir más allá de la simple desobediencia civil”.
El movimiento, por su parte, ha negado cualquier tipo de violencia desde el principio, creyendo que «los daños a la propiedad no ponen en peligro la vida de los demás» y asegurando en todo caso que nunca ha llamado a este tipo de acciones. Los Levantamientos de la Tierra también aseguran que no se trata de una «agrupación de hecho» -calificación legal que les permite disolverse aunque no tengan existencia legal como una asociación-, sino de una «corriente de pensamiento basada en un vasto movimiento, desprovista de de líderes o miembros identificados”. En la audiencia, los abogados del movimiento, Me Antoine Lyon-Caen y Aïnoha Pascual, criticaron las numerosas «aproximaciones» y «falsedades» que, según ellos, presenta el gobierno.