El uso de billetes y monedas está disminuyendo pero sigue siendo el medio de pago preferido por los franceses para pagar las compras en supermercados, restaurantes o pequeños comercios, analiza este jueves la Banque de France. Isolant des données parues dans une étude de la Banque centrale européenne (BCE) en fin d’année dernière, la Banque de France assure que les espèces «restent, en 2022, le moyen de paiement le plus utilisé en volume aux points de vente en Francia». El efectivo representa el 50 % de los pagos en Francia en el estudio de 2022. Pero la trayectoria es descendente, después del 57 % en 2019 y el 68 % en 2016.

Además, “muchos hogares valoran la posibilidad de pagar en efectivo”, subraya el banco central, el 57% de los consumidores considera que es importante contar con esta posibilidad. La tarjeta continúa su irresistible ascenso entre 2019 y 2022 (43% de los pagos el año pasado), impulsada por el auge del comercio online, acelerado a su vez por los confinamientos y la democratización del pago contactless. Esta última representa el 51% de los pagos con tarjeta en los puntos de venta físicos. El cheque sigue descendiendo (4%), ahora seguido de cerca por las aplicaciones móviles (2%).

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El supuesto abandono del efectivo en favor de otros medios de pago, actuales o potencialmente futuros como el euro digital, es objeto habitual de polémica en las redes sociales. “No renunciaremos a las monedas y los billetes”, insistió el sábado el gobernador de Banque de France, François Villeroy de Galhau, en TV5 Monde. El número de cajeros automáticos se ha reducido considerablemente en Francia, con 47 853 cajeros automáticos a finales de 2021, según la Banque de France, es decir, casi un 10 % menos que a finales de 2018.

Un proyecto de BNPParibas, Société Générale y Crédit Mutuel Federal Alliance para agrupar sus cajeros automáticos, denominado “Servicios de efectivo”, acentuará aún más esta disminución. El BCE es también uno de los mejores defensores del efectivo: según él, garantiza el respeto a la privacidad, asegura la inclusión social, ayuda a controlar el gasto -un argumento de peso en tiempos de inflación- y constituye un método de pago rápido y seguro.