Le Figaro Niza
Antigua frontera del Reino de Francia, la ciudad de Antibes (Alpes Marítimos), abierta al Mediterráneo, brilla por el lugar que otorga a la cultura. Allí encontramos el segundo teatro de Francia en cuanto a asistencia, detrás de la Comédie Française, el conservatorio de música y arte dramático, el museo Picasso e incluso el Fort Carré (vestigio del reinado de Enrique II). “Nuestro alcalde siempre ha tenido la ambición de ver las cosas en grande, especialmente en el ámbito cultural”, observa Simone Thorres Foret-Dodelin, diputada de Cultura.
Una ambición para su ciudad que Jean Léonetti -también ex ministro y diputado (LR)- no dudó en poner al servicio del séptimo arte cuando se presentó la oportunidad. Con la inauguración del complejo de cines Cineplanet en el centro de la ciudad a principios de febrero, el concejal de la ciudad sufrió un duro golpe. En primer lugar, porque los cines, cuando no bajan el telón, abren mayoritariamente en las afueras de las ciudades, en zonas comerciales. Luego, porque después del Covid-19, pensamos que la época dorada de las salas de proyección había quedado enterrada para siempre. “Nos estamos recuperando poco a poco. El año 2024 ha tenido un comienzo bastante bueno, pero sólo en 2025 deberíamos ver una gran recuperación de la actividad”, indica Philippe Borys-Combret, director general de Cineplanet, que posee otros cinco complejos en el sur de Francia. Pero, ¿cómo podemos estar seguros de atraer cinéfilos en ciernes en una era marcada por el desarrollo de plataformas de vídeo bajo demanda (Netflix y Amazon Prime, por nombrar sólo dos)?
Lea también: Édouard Baer y Jonathan Cohen: “El cine francés nos separa, un día sabremos por qué”
Audaz, la apuesta está en cualquier caso lanzada. En el número 11 de la calle Lacan, a doscientos metros del puerto, aparece un edificio de cristal y hormigón, una unión de elegancia y modernidad, con una fachada caracterizada por grandes pliegues de origami. 4000 metros cuadrados ubicados en el corazón del distrito ecológico de Marenda Lacan. “Es un objeto singular, una señal y un hito en la ciudad. Las facetas reflejan los colores de Antibes”, presume su arquitecta, Delphine Altier, del estudio Leclercq Associés. “Creemos mucho en los cines del centro. No olvidemos que se trata de la actividad de ocio más practicada en Francia. Y, sin embargo, faltan sillas y habitaciones en el departamento. Hasta ahora, Antibes carecía especialmente de un cine moderno”, comenta Philippe Borys-Combret. Y agregó: “En la ciudad es parte de una salida con ir a tomar algo o comer algo. Es simplemente algo que te permite salir de casa”.
Para este profesional de la gran pantalla, “el cine es la columna vertebral de una película. Es incluso un trampolín para la explotación del streaming. Y además, sólo porque puedas cocinar tú mismo con el microondas no significa que ya no vayas a restaurantes. Lo mismo ocurre con el cine. La gente lo necesita”.
Apostar por la apertura de este establecimiento en medio de viviendas y comercios es también una forma inteligente de dinamizar la vida económica y social de un barrio. “Es evidente que el séptimo arte contribuye a dar vida al corazón de la ciudad y genera ingresos”, añade el teniente de alcalde. “Desde que Cineplanet abrió sus puertas ¡hemos estado respirando! Antes estaba muy tranquilo, no había mucha gente. Ahora estamos muy ocupados”, se alegra uno de los camareros del Miss Cookies Coffee, situado justo enfrente del Cineplanet. “Otra ventaja es que las calles vuelven a la vida por la noche, cuando normalmente estaba desierta. Con sesiones que algunos terminan a medianoche, siempre hay gente afuera, y luego algunos quieren beber o comer algo después de la sesión”, añade un comerciante de una calle peatonal cercana.
Lea también Asistencia, diversidad en la pantalla, huelga en Hollywood… Los resultados del cine francés en 2023
Dentro del Cineplanet llama la atención la verticalidad. Cuatro pisos, doce metros de altura. Y una azotea ajardinada con vistas panorámicas que próximamente será la terraza de un restaurante. Pero, sobre todo, ocho salas oscuras con mil asientos en total y pantallas de entre nueve y quince metros. Habitaciones “ordinarias” y otras más “premium”. Como las salas “Cozy” y “Lodge”, equipadas respectivamente con 50 y 35 sillas reclinables eléctricamente y algunas de las cuales cuentan con tecnologías de última generación. “La idea es salir de casa redescubriendo el placer del sofá y más. Aquí ofrecemos tranquilidad y comodidad a los espectadores. Lo más difícil es no conciliar el sueño”, explica Anthony Brochain, operador del Cineplanet Antibes.
Otra originalidad del multiplex, los bancos para dos. “Porque el cine es también un lugar de encuentro. Una cita romántica, especialmente en la ciudad, se puede realizar en el cine. Y en un sillón para dos, todo resulta inmediatamente más íntimo”, explica Anthony Brochain. Para estas habitaciones premium, hay que contar con entre cuatro y seis euros adicionales sobre un billete estándar vendido al precio de 12,90 euros.
Lea tambiénCine, series, documentales: Niza acogió casi 600 días de rodaje en un año
Ecorresponsable, el Cineplanet también aprovecha su ubicación urbana para recuperar las aguas residuales de la ciudad. Una vez convertidos, alimentan un sistema de calefacción casi industrial. El multicine de Antibes quiere por fin ser “inclusivo”. Accesible para personas con movilidad reducida o con discapacidad auditiva, “el Cineplanet saca de su soledad a personas que no pensamos inmediatamente en este tipo de ocio”, elogia Philippe Borys-Combret. El director general destaca su ambición de acercarse al tejido asociativo local: “La idea es ofrecer a las asociaciones sesiones específicas que les permitan reunirse en torno a sus temas, seguidas, si es necesario, de debates. Todo, por supuesto, a precios preferenciales”.
Abierto durante diez días, el establecimiento será inaugurado oficialmente el martes 13 de febrero. Philippe Borys-Combret apuesta por una asistencia anual de 300.000 inscritos. “¡En este contexto, nuestros únicos competidores son el mar y el tiempo!”, concluye con humor.