Mientras jugaban a los exploradores, descubrieron un verdadero tesoro. Guillaume* y Alexandre*, de 24 años, y Julie*, de 25, no esperaban descubrir un botín valorado en casi 200.000 euros en el castillo de Bellevue, en Razac-de-Saussignac, en Dordoña. Puestos bajo supervisión judicial, comparecen este martes 19 de diciembre ante el tribunal de Bergerac por “hurto agravado”, supo Le Figaro por conducto de la fiscalía de Bergerac. Se arriesgan a 7 años de prisión.
Los hechos tuvieron lugar entre noviembre de 2022 y mayo de 2023. Guillaume, Alexandre y Julie se reunieron un día normal de otoño para una sesión de exploración de lugares abandonados. Esto forma parte de Urbex, una práctica ilegal que consiste en visitar sitios en ruinas o cuyo acceso es limitado o incluso confidencial.
El trío, en busca de emociones fuertes, elige un castillo que creen abandonado y que está indicado en un mapa Urbex que acaban de descargar: el castillo de Bellevue en Razac-de-Saussignac, en el corazón de Dordoña.
“La urbex es una práctica bastante común en una región llena de castillos, cuevas y ruinas”, testimonia a Le Figaro el comandante de la empresa de Bergerac, Cyril-Marie Gibiot, que dirigió la investigación sobre estas pinturas desaparecidas. “Los exploradores suelen traer como recuerdo un trozo de piedra, el tirador de una puerta o la tapa de un radiador”, explica el soldado.
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En el interior de este castillo, los tres amigos descubren objetos preciosos, pero sobre todo 400 cuadros del pintor puntillista francés de principios del siglo XX Jacques Martin-Ferrière. Para ellos es un completo desconocido. Pero Guillaume intuye muchas cosas: tenemos que volver, coger estos cuadros y hacer que los valoren.
Los tres amigos regresaron al castillo unos días después. Pero esta vez, con una furgoneta. “Volvieron para saquear el lugar y no para explorar”, cree el comandante Gibiot. El vehículo es lo suficientemente grande como para colocar varios cuadros (algunos de los cuales miden 1m20). Después de varios viajes de ida y vuelta, el incipiente Indiana Jones robó un total de 400 cuadros. Guillaume decide almacenarlos hasta venderlos. Comienza haciendo tasar a tres de ellos. Un comerciante de segunda mano le ofrece 500 euros. Otro, 1500. Suficiente para frotarse las manos.
Y el interesado no se queda ahí. También roba la tarjeta de crédito de la dueña del castillo y piratea sus datos bancarios. Este último, ausente en el momento de los hechos, es un sinólogo de sesenta años y experto en la obra de Jacques Martin-Ferrière.
Guillaume vivió entonces “la buena vida”, testifica el comandante Gibiot: compró motos, ropa de diseño, zapatos de lujo (por la módica suma de 600 euros), polos Lacoste, perfumes, un scooter eléctrico o incluso figuras de manga cuyo precio asciende a 1.500. euros. En total gastó 126.000 euros.
La dueña del castillo acaba dándose cuenta de que le están sacando sumas de su cuenta. Y, cuando regresa a vivir a su castillo, descubre que todos sus cuadros han desaparecido. Advierte a la policía y presenta una denuncia en julio de 2023, nos informa el fiscal de Bergerac. Se abre una investigación confiada a la brigada Sigoulèse.
Gracias al estudio de las transacciones telefónicas y bancarias de Guillaume, los investigadores descubrieron que acababa de alistarse en el ejército, en Nimes. “No es especialista en tráfico de arte y temíamos que hubiera quemado los cuadros”, recuerda el director de la investigación.
Sólo dos meses después de la presentación de la denuncia, el 24 de julio, los cómplices de Guillaume y el principal sospechoso fueron detenidos y puestos bajo custodia policial. Las pinturas fueron encontradas “intactas” en una unidad de almacenamiento y devueltas a su dueño. “Una historia que termina bien”, sonríe el comandante Gibiot.
En cuanto a los acusados, serán oídos este martes ante el tribunal de Bergerac. Se espera su sentencia al final del día.
*Los nombres han sido cambiados