Los diputados aprobaron en gran medida el jueves por la noche en primera lectura un proyecto de ley sobre la vejez, con ambiciones limitadas pero que parece el preludio de un texto más amplio que podría aprobarse a finales de 2024. El proyecto de ley Renacimiento “para construir la sociedad de los que envejecen bien” fue aprobado por 116 votos contra 31. Sólo los grupos PCF y LFI votaron en contra, no participando LR en la votación.
En sus explicaciones de voto, la diputada del LFI Martine Étienne denunció una ley que equivale a una “sucesión de medidas, falsas buenas ideas y efectos de anuncios” que enmascaran “(la) inacción (del gobierno) sobre la cuestión de la autonomía”.
Para LR, Ian Boucart dijo que no quería votar ni a favor ni en contra de una ley «comprensiva» e incluso con algunos «pequeños avances», pero que «a estas alturas se contenta con buenas intenciones», lejos del gran texto prometido en el inicio de su primer mandato de cinco años de Emmanuel Macron. Recordó que el examen de la ley se interrumpió en abril y se reanudó siete meses después, lo que «dice mucho de la prioridad que la mayoría concede a esta cuestión».
Los demás grupos votaron a favor, reconociendo en distintos grados la modestia de la ley propuesta para su votación, pero aplaudiendo el anuncio esta semana por Élisabeth Borne de una ley de programación sobre la vejez que podría ser presentada y adoptada en la segunda mitad del año. 2024. “Confiaré en ustedes”, dijo el diputado del PS Jérôme Guedj, saludando la “voluntad” de la ministra de Solidaridad y Familias, Aurore Bergé, de que el tema “avance”.
El texto incluye, en particular, medidas para combatir el aislamiento de las personas mayores y un sistema de denuncia de casos de malos tratos. También pretende “facilitar el trabajo diario” de los asistentes a domicilio, a través de una tarjeta profesional. Consagra en la ley el derecho a visitar residencias de ancianos, como recomienda un informe presentado al gobierno, tras el trauma de muchas familias durante la crisis del Covid-19 ante la imposibilidad de ir a ver a sus seres queridos.
Durante los debates, los diputados aprobaron en particular una enmienda gubernamental para «obligar» a las residencias de ancianos privadas a dedicar una fracción de sus beneficios a mejorar el «bienestar» de sus residentes, una medida que se hace eco del escándalo de Orpea. También aprobaron, a propuesta de LR, el establecimiento de nuevos indicadores para evaluar las residencias de mayores, como el número de duchas semanales, la duración de las comidas, el estado nutricional de los residentes o el número de protecciones individuales por residente. Se declararon partidarios de eliminar, en el marco de la asistencia social a la vivienda, la “obligación de manutención” para los nietos. En 2030, uno de cada tres franceses tendrá más de 60 años.