El ministro de Relaciones Exteriores de EE. UU., Antony Blinken, instó a la distensión durante una llamada del martes (16 de agosto) con el presidente de Ruanda, cuyo país tiene relaciones tensas con la República Democrática del Congo. El mes pasado, el ejército congoleño afirmó haber repelido una incursión de tropas ruandesas en su territorio. Cargos rechazados por Kigali, también acusado por Kinshasa de apoyar a los rebeldes en el este de la RDC.

Antony Blinken mantuvo una discusión “productiva” con el presidente de Ruanda, Paul Kagame, sobre la “situación volátil”, sin tomar partido sobre el tema de la supuesta incursión en Ruanda, según el Departamento de Estado. El secretario de Estado “retransmitió el alegato estadounidense a favor de una solución diplomática a las tensiones entre ambos países” y llamó a cada parte a “tomar medidas para calmar la situación”, especifica la nota de prensa.

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Desde principios de 2022, Kinshasa ha acusado a Kigali de apoyar la rebelión del M23 (“Movimiento 23 de marzo”), una antigua rebelión de mayoría tutsi que retomó las armas a finales de 2021 y conquistó amplios territorios en el este de la RDC, y de combatir en sus calificaciones. Expertos de la ONU han corroborado este apoyo, condenado por varias cancillerías occidentales. Kigali protesta, acusando a Kinshasa a cambio de colusión con las FDLR (Fuerzas de Liberación Democrática de Ruanda), un movimiento hutu formado por ciertos perpetradores del genocidio tutsi de 1994 en Ruanda.