Los adolescentes que comieron mantequilla de maní cremosa antes de los cinco años tuvieron un 71% menos de probabilidades de tener alergia al maní que aquellos a quienes se les negó el alimento, según muestra un nuevo estudio británico.

Por lo tanto, los investigadores del King’s College de Londres recomiendan que los padres le den mantequilla de maní cremosa a su bebé al destetarlo y luego regularmente hasta los cinco años.

«El consumo de maní, desde la primera infancia hasta los 5 años, proporcionó una tolerancia duradera al maní durante la adolescencia, independientemente del consumo posterior de maní, lo que demuestra que es posible obtener prevención y tolerancia a largo plazo en casos de alergia alimentaria», escriben en el revista médica NEJM Evidence.

Los expertos recomiendan la mantequilla de maní cremosa debido al riesgo de asfixia asociado con otras variedades.

“Esto justifica lo que hemos estado haciendo desde 2015, con la introducción del maní a una edad muy temprana en la vida”, comentó el Dr. Bruce Mazer, experto en alergias alimentarias del Centro de Salud de la Universidad McGill.

Los investigadores británicos comenzaron a estudiar a 640 jóvenes hace unos quince años; La mitad de los sujetos evitó el maní, pero la otra mitad los recibió regularmente como parte de su dieta entre los cuatro meses (antes de que aparecieran las primeras alergias alimentarias) y los cinco años.

Los primeros resultados, publicados en 2015, mostraron una reducción considerable del riesgo de alergia a los cinco años entre los miembros del segundo grupo. Este nuevo estudio demuestra que esta protección persistió en el tiempo, independientemente del consumo de maní después de los cinco años.

Las alergias alimentarias ocurren cuando el sistema inmunológico confunde una sustancia inofensiva con un enemigo que necesita ser destruido. En casos más graves, la reacción alérgica puede convertirse en un shock anafiláctico, un problema potencialmente mortal.

El consumo temprano de mantequilla de maní significa que el cuerpo estará expuesto primero al maní en el estómago, donde el riesgo de que se perciba como una amenaza sería menor que si la primera exposición se produjera en la piel.

La prevención es de suma importancia, recordó el Dr. Mazer.

La desensibilización, dijo, puede tratar hasta el 80 por ciento de los niños que desarrollan una alergia a los dos años. Al aumentar la cantidad de maní gradualmente con el tiempo, el niño eventualmente podrá tolerar una cantidad razonable.

Sin embargo, si el niño deja de tomar su dosis diaria o semanal a los nueve años, la alergia reaparecerá en la mitad de los casos, advirtió el doctor Mazer.

«Pero si tenemos una desensibilización temprana en la vida, es como si el niño nunca hubiera sido alérgico», añadió.

La exposición al maní en una etapa temprana de la vida permite que el sistema inmunológico los encuentre por primera vez cuando aún es muy flexible y capaz de adaptarse, explicó el Dr. Mazer, y es por eso que vacunamos a los niños cuando aún son muy pequeños.

Aun así, los cacahuetes son diferentes, recordó. Hasta el 70% de los niños alérgicos a la leche o a los huevos, por ejemplo, acabarán superando el problema por sí solos, lo que no ocurre con el maní, aunque no está claro por qué.

«Dios nos ha dado un sistema inmunológico muy interesante y realmente necesitamos entender cómo podemos gestionarlo nosotros mismos en beneficio de todos», concluyó el Dr. Mazer.