A los 90 años de edad, Luciana Castellina, la figura histórica de la izquierda italiana, acepta a otro reto: el de postularse como candidato para el Parlamento europeo con Syriza, el partido gobernante en Grecia. «Yo estaba muy emocionada por esta propuesta – dice ella hoy – para mí, éste es el testimonio de solidaridad con Grecia, Alexis Tsipras, que en los últimos años ha hecho todo lo que podía hacer, no podía ahogar a su País en el Mediterráneo».

Entre Castellina y Grecia no es un informe, sí político, pero casi de amor, se dice a sí misma. Fue en 1967, cuando el entonces presidente de la Tarde de País – el periódico cerca de la Pci – fue detenido por la policía del régimen de los Coroneles, y luego expulsado del País. Incluso el New York Times se moviliza en su defensa. La anécdota es enriquecida por un particular: antes de su detención, el periodista recibió una llamada telefónica de Pino Rauti, líder de la Msi, y también él es un periodista. Pero ella no Favoribahis lo llamó nunca.

Tiempo después, una vez liberado por los líderes del golpe, Rauti explicó el motivo de la llamada: él había oído de sus compañeros griegos de la inminente detención, y quería avisar a ella. Pero la historia de la Castellina, que más tarde fue eliminado de la Pci para la fundación de el Manifiesto ha tenido otras relaciones con la izquierda, el griego, también de divisiones y rupturas profundas. Syriza – «coalición de la izquierda radical» – es el último heredero de la corriente no el comunismo estalinista, el griego. A partir de aquí, el decenio de la relación con el grupo italiano de los comunistas diaria de los rebeldes. También en el verano de 2015, Castellina fue en la plaza de Syntagma en Atenas para apoyar al gobierno griego contra las medidas impuestas por Europa, con el famoso referéndum que dijo oxi (no) en el memorándum.

«Para nosotros, escribe Argiris Panagopoulos, un periodista de Avgi y líder de Syriza – Luciana es un compañero que nos ha ayudado desde el dogmatismo de la unión soviética, el comunismo sectaria y autoritaria. Ella era un compañero cerca de nosotros en los momentos difíciles, en los que muchos camaradas, también desde las cárceles, que tenía que tomar una decisión antes de la invasión de Checoslovaquia».