El proyecto de ley sobre el final de su vida útil se presentó el miércoles al Consejo de Ministros. Al abrir a condiciones estrictas la posibilidad del suicidio asistido, algunos lo consideran demasiado tibio, pero peligroso para otros. «No es un derecho nuevo, ni tampoco una libertad», sino más bien «una respuesta ética a las necesidades de apoyo de los pacientes», declaró Catherine Vautrin, ministra de Sanidad, al final del Consejo. Este texto, “relativo al apoyo a los enfermos y al final de la vida”, constituye la mayor reforma social del segundo mandato quinquenal de Emmanuel Macron, que se había comprometido desde hacía tiempo a cambiar la legislación en este ámbito.
Pero corre el riesgo de despertar fuertes divisiones éticas y religiosas sobre los méritos de la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido. El ejecutivo rechaza utilizar estos dos términos y prefiere el de “muerte asistida”. Se trata, sin embargo, de ofrecer a determinados pacientes los medios para suicidarse y, cuando sean incapaces de realizar el gesto fatal, de hacerlo por ellos. Lo cierto es que las condiciones serán muy estrictas, como detalló nuevamente el miércoles Vautrin, quien lleva el texto dentro del gobierno.
La asistencia a la muerte estará reservada a pacientes adultos, nacidos en Francia o residentes de larga duración en el país, que puedan expresar claramente sus deseos. El texto “excluye las enfermedades psiquiátricas”, precisó en particular el ministro. También será necesario experimentar sufrimientos intolerables e imposibles de tratar, físicos o psicológicos. Finalmente, el pronóstico vital debe realizarse a corto o medio plazo, formulación que de hecho deja un gran margen de apreciación a los cuidadores.
«El plazo medio es de seis a doce meses», explica Vautrin, aunque muchos cuidadores temen que será difícil hacer predicciones médicas sólidas en este horizonte. Sin embargo, la responsabilidad de los cuidadores será central. Una vez que un paciente solicita el suicidio asistido, le corresponderá a un médico decidir después de un procedimiento que le otorga hasta 15 días. Lo hará solo, aunque tendrá que consultar a otro médico y a una enfermera. En otras palabras, no será una decisión “colegial”, al contrario de lo que anunció Macron.