PARTES SUPERIORES
Sin él, el colectivo inglés se habría derrumbado. Codiciado por casi todos los cadors de la Premier League, Declan Rice una vez más lanzó una actuación extravagante esta noche. Aunque no interviene en los dos goles de su equipo, es el elemento fundamental, central, en el corazón del juego de la formación de David Moyes. Valioso tanto en defensa como en su intervención ante Nicolás González (4º) por un lateral pero también en ataque, con intentos lejanos (13º). El internacional inglés finalizó el partido con un 82% de pases acertados, además de cinco duelos ganados de sus siete, solo perdió siete balones en los 90 minutos. Como símbolo, levantó la copa como capitán para su probable último partido en los Hammers.
Si Declan Rice encarnó al destilador limpio y regular, se mostraron varios otros elementos ofensivos, no constantemente peligrosos, pero muy realistas frente a las jaulas. West Ham ganó la final 2-1 habiendo intentado solo ocho strikes pero enmarcando cinco tiros. Supieron aprovechar la menor oportunidad, la menor oportunidad para hacer dudar a la Viola. Ni siquiera dudaron en provocar un contacto en ataque para ganar un penalti en una mano. En varias ocasiones, Saïd Benhrama y Jarrod Bowen vinieron a por los defensas italianos con la esperanza de obtener una falta, un córner o un penalti. Todo para piezas escenográficas. Una receta cruelmente eficaz.
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FRACASOS
Qué crueldad para la Fiorentina… Los protegidos de Vincenzo Italiano creyeron en ello pero cometieron errores más que lamentables. El mejor símbolo es esta última acción defensiva. El portero Pietro Terracciano pidió a todos sus jugadores subir y en su despeje, la Viola perdió el balón en el aire, lo que dejó todo el espacio para que Jarrod Bowen tomara la profundidad y engañara así al portero italiano. Sin cometer grandes errores individuales reales, es colectivamente que los toscanos se han hundido en la parte trasera de su bloque. Nikola Milenković parecía menos consistente que de costumbre, Luca Ranieri a veces era demasiado brusco en sus decisiones y el veterano Cristiano Biraghi a veces se permitía cometer errores evitables. No es coincidencia que las raras oportunidades inglesas fueran preciosas.
Pero no es sólo la defensa a debatir. ¿Cómo pudo la Viola ganar este encuentro por solo cuatro tiros en 17 intentos? Ya en un partido clásico, es casi imposible. En una final de alto riesgo donde cada bola es importante, esta es una búsqueda casi imposible. Aparte de los voladizos y útiles laterales que aseguraban desbordar con Nicolás González y Christian Kouamé, al resto de la Viola le faltaba un verdadero goleador. Ni Luka Jovic ni Arthur Cabral han sido capaces de mostrarse tan peligrosos, realistas y eficientes como de costumbre esta temporada. Sí, la Fiorentina puede albergar remordimientos, muchos remordimientos.